Whiplash: Música y obsesión (Whiplash)

Whiplash: música y obsesión - c i n e m a r a m aAño: 2014
Origen:
Estados Unidos
Dirección:
Damien Chazelle
Guion:
Damien Chazelle
Intérpretes:
Miles Teller, J.K. Simmons, Melissa Benoist
Fotografía:
Sharone Meir
Edición:
Tom Cross
Música:
Justin Hurwitz
Duración:
106 minutos

por Diego Maté

La película exhibe rápidamente la estrechez de su dispositivo: dos protagonistas y un puñado de personajes sin demasiada importancia; un par de espacios más o menos delimitados; un conflicto insistente y monocorde que va absorbiendo a los otros hasta apoderarse prácticamente del relato. Whiplash: Música y obsesión viene a ser una película chiquita, de cámara (como se las llamaba hace tiempo), que intenta hacer de la economía de recursos su principal fortaleza. La historia transcurre mayormente en lugares cerrados, casi no hay escenas en exteriores; a su vez, también los planos son claustrofóbicos, se cierran sobre los personajes hasta que en la pantalla no queda nada que no sean sus cuerpos, sus movimientos y, en especial, sus caras. La película instala una relación de cercanía con el público que no hace más que crecer en intensidad conforme avanza la historia. En eso, el director Damien Chazelle aprovecha muy bien el tema hasta transformarlo casi en una búsqueda estética: a medida que Andrew se obstina en convertirse en un gran baterista y lo abandona todo en pos de cumplir su meta, el guion a su vez parece ir dejando por el camino a otros personajes, tramas y conflictos, como si se sacara de encima cualquier cosa que no esté vinculada con la línea narrativa principal. La película logra ponernos en el lugar de Andrew y consigue transmitir el encierro y locura tenue que de a poco signan la desbocada ambición del protagonista. El mayor éxito de Whiplash es, obviamente, la presencia de J.K. Simmons haciendo de Terence Fletcher, un director de orquesta de jazz tiránico y carismático que cautiva a sus músicos tanto como los humilla. Después de muchos grandes papeles secundarios en el mainstream, Simmons finalmente confirma todas nuestras sospechas: demuestra que es un actor extraordinario, artífice de cambios de ritmo y acentuaciones interpretativas de un raro virtuosismo, capaz de seducir y de merecer el mayor de los desprecios a la vez. Él es el corazón de la película, todo lo demás gravita en torno suyo, atraído y repelido alternativamente por la violencia de su carácter. Pero el gran problema surge también en relación con él: ¿cómo hacer para capturar esa personalidad avasallante y sus abusos sin caer en el subrayado, sin construir apenas otro drama intimista del montón, donde las personas se gritan y maltratan unas a otras? El director, que consigue una elegancia notable en muchas escenas iniciales (en las que rara vez recurre al plano contraplano, por ejemplo), no sabe cómo atrapar los estallidos de ira de Terence, entonces la puesta en escena se vuelve previsible y tosca: a diferencia de lo que ocurría al comienzo, el primer plano se transforma en el recurso más frecuentado, como si esa cercanía de la cámara fuera la única idea que Chazelle puede poner en práctica para representar las explosiones de Simmons. Quizás en su afán de mezclarse con el protagonista y con su psiquis alterada y monotemática, la película termina atrapada en el mismo círculo infernal que Andrew. Todo se reduce, incluso los espacios, que cada vez son menos y parecen más pequeños (el relato se confina dentro de los límites de la escuela de música y, en especial, de la sala de ensayo y de la habitación en la que Andrew practica batería). Y en los pocos momentos en los que el relato sale a respirar a nuevos espacios, como ocurre en la cena del padre de Andrew y de un matrimonio amigo, el guion no sabe qué hacer con su protagonista: la escena es breve y cumple la sola función de remarcar la soledad y el resentimiento del personaje, cada vez más incapacitado para relacionarse con otros. Llega un punto en el que el relato no es otra cosa que los arranques de Terence y las reacciones de Andrew, ya no hay nada más que ellos engarzados en esa relación patológica que, sin embargo, parece proveerles algo único que ninguno podría conseguir en otro lugar. Al final, cuando Terence parecía aislado y contenido, la película, en un movimiento narrativo imposible y completamente inverosímil, ensaya algo así como una justificación delirante del método fletcheriano: de golpe el guion le adjudica razones, escucha sus explicaciones y lo convierte casi en un ser humano; poco después, en un giro inimaginable, se produce algo así como una confirmación de la tesis de Terence: el surgimiento del genio pareciera depender realmente de la exposición a condiciones extremas y enfermizas como las que genera su autor, nos dice un guion que ya no sabe lo que cuenta ni qué piensa de sus personajes. Así, Whiplash deviene en apenas otro drama intimista con criaturas lineales que se apoya casi enteramente en las habilidades de Simmons y en su caracterización «premiable» (acaba de ganar un Globo de Oro): sus desbordes, incluso cuando se perciben exagerados y sobreactuados, nos hacen olvidar por un rato la insignificancia del conjunto.

Whiplash: música y obsesión - c i n e m a r a m a

16 comentarios

  1. Me suena un poco injusto que la califiques «insignificante». El hecho de que se vaya cerrando en pocos espacios y personajes lo veo razonable, y respecto a la escena de la cena, de la que decís que «cumple la sola función de remarcar la soledad y el resentimiento del personaje, cada vez más incapacitado para relacionarse con otros»: ¿te parece poco motivo? En esa escena como espectadores empezamos a tomar distancia de Andrew, nos damos cuenta que lo suyo está yendo demasiado lejos. Nadie allí se comporta como idiota.
    Estamos de acuerdo con que se trata de una película poco ambiciosa y estéticamente un poco híbrida, pero elude estereotipos y lleva a posibles discusiones sobre la exigencia y la demagogia en la educación (a años luz de tantas otras películas de profesor-alumno). Comienza casi como una EL DIABLO VISTE A LA MODA en el mundo del jazz, pero va enrareciéndose e incomodando de manera poco usual en el cine mainstream. No será mucho pero es algo.

    enero 24, 2015 en 12:23 am

  2. Hola Fernando,

    Creo que lo que decís acerca de que la película elude estereotipos se nota al comienzo, cuando el protagonista resulta ambiguo y nos coloca en un lugar de incomodidad: no sabemos del todo si lo queremos ni si nos interesa estar de su lado. Pero a medida que la historia avanza, la película parece renunciar voluntariamente a ofrecer cualquier clase de matiz: los personajes se vuelven lineales, monotemáticos, y la escena de la cena (breve y con subrayados, como si estuviera hecha a las apuradas) deja en evidencia eso, que Teller no tiene nada más que la batería. Lo que sigue es presentado como el vínculo poco saludable de dos personas desequilibradas que de alguna manera se necesitan una a la otra para poder dar rienda suelta a sus perversiones.

    saludos.

    enero 24, 2015 en 2:51 am

  3. Diego permitime disentir. Yo creo que hasta último momento no sabemos qué desean íntimamente ambos personajes. Si son meramente desequilibrados como decís vos, también lo serían todos los alumnos que tenía Terence.
    Sólo me hicieron algo de ruido esas trampitas del guión: que el pibe se quede dormido y cuando lelga le cambiaron el horario, que la chica primero le diga que no para dos segunod después decirle que era una broma (¿?), e incluso que Andrew quiera volver a tocar con el jodido Terence. Pero ¿no acostumbramos tropezar dos veces con la misma piedra? Ni siquiera era Andrew el que impulsó el juicio a Terence.
    Lo del «final feliz», que decís en tu crítica, es muy discutible. Unos segundos más, con el público aplaudiendo la performance de Andrew, o un plano de Terence sintiéndose fracasado, y todo hubiera sido muy distinto. Así deja al espectador preguntándose ¿qué pasará después? ¿el pibe dio una lección o los dos son desequilibrados (si fuera así no veo cuál sería el problema de que la película lo exponga)?
    Vulevo a decirte que comparto en parte tu opinión: no es una gran película. Pero no tiene por qué serlo. Tensiona, estimula la discusión, y tiene secuencias muy bien resueltas, como la del accidente.
    Un abrazo.

    enero 24, 2015 en 1:51 pm

  4. Ramón Domínguez

    Si bien todo está dicho agregaría, sin dejar de reconocer las excelentes habilidades técnicas cinematográficas, la parte psicológica que coloca al ser humano en un ser que deposita su trascender en lo externo y acotado de los mandatos sociales de reconocimiento y aceptación de terceros y no en en su crecimiento como «ser humano» con amplias posibilidades.
    Exhibe una vez más al sujeto como objeto competitivo en la lucha por el «ÉXITO» ¿de quien?.
    Finalmente diría que la excelencia de la cinematografía, dirección, actuación, fotografía etc no se confronta con un análisis del manejo de las emociones sino se complementa.

    enero 25, 2015 en 2:23 am

  5. Yo no diría que es insignificante. Diría que es una garcha.

    enero 26, 2015 en 1:35 pm

  6. No te gustó.

    enero 26, 2015 en 3:39 pm

  7. Disculpen, pero me defrauda ver que uno de los críticos de un sitio de cine que siempre consideré serio, con textos fundamentados, sostiene cancheramente que una película es una «garcha», sin aportar nada (y burlándose de alguna manera de lo que escribí en mi comentario). No creo que les importe, pero pierden un lector. Suerte de todas maneras.

    enero 26, 2015 en 11:38 pm

    • Voy a aportar cuando se me canten las pelotas, y no cuando un boludo con tonito de sabelotodo me lo exija.

      enero 28, 2015 en 3:20 pm

      • Pablo

        Al final resultaste ser un gran alumno de la escuelita de El Amante: soberbio, pedante y mal educado. El diploma de honor te lo debe haber dado Quintin.

        marzo 10, 2015 en 10:26 am

  8. Fernando:

    El comentario de David habrá podido ser vehemente, pero en ningún momento se burló de lo que escribiste vos.

    saludos.

    enero 27, 2015 en 12:25 am

  9. Ariel

    Me desilusionó bastante. No encuentro las palabras pero me pareció previsible y una suma de cliches.

    enero 27, 2015 en 2:20 pm

  10. Si me molestó lo de «esta película es una garcha» es porque me molesta que se ejerza la crítica tirando exabruptos como ese. Por el mismo motivo he dejado de seguir otro sitio en el que han titulado críticas con títulos como «Una película de mierda», por ejemplo. Ese estilo lanatesco no me va. Lamento que eso me convierta en un boludo y un sabelotodo.
    Por otra parte, les dejé mi comentario con respeto y deseándoles suerte, y no sólo eso: todos los años invito a Cinemarama (a través de Diego Maté) a participar del balance de fin de año de mi blog, junto a representantes de otros blogs, sitios y medios de todo el país (lo mismo hice el año pasado cuando consulté a críticos de distitnos medios para que opinaran sobre los premios Oscar).
    Sinceramente pienso que no merecía esa respuesta.

    enero 30, 2015 en 12:13 am

  11. Es mala la pelicula, pretende ser algo jugado, con buenas camaras y buena musica, las actuaciones, por momentos son buenas, pero las historia es muy mala, exagerada. Eso no existe gente!!!, el final??, «el malo» termina alentandolo??, cuantas veces vimos eso muchachos???, top gun??, rocky???, por favor

    febrero 9, 2015 en 2:24 pm

  12. Patricio

    Aunque sea un estereotipo de película, no deja de ser notable las enseñanzas del sacrificio,(no game no pain) la venganza de Simmons y mejor aún el repertorio básico, pero contundente de los temas de jazz. Creo que es una buena fotografía de la realidad de cualquiera que quiera ser bueno en lo que hace.

    abril 25, 2015 en 12:05 pm

  13. Leonardo

    Lo veo bastante real. a mi manera, el chico queriendo ser el mejor y destacarse en lo que hace, tal ves por que no tuvo la mejor infancia y siempre en la familia lo echaron a menos, creo que eso influye y mucho; y por el otro lado un profesor perfeccionista queriendo el mejor resultado, y queriendo que salga de el un músico exitoso.
    No se si hay bueno o malo.
    Me gusto la película, hacia mucho no comentaba nada
    Saludos

    junio 11, 2015 en 5:48 pm

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