Cielo rojo (Roter Himmel – Afire)

Año: 2023
Origen: Alemania
Dirección: Christian Petzold
Guion: Christian Petzold
Intérpretes: Thomas Schubert, Paula Beer, Langston Uibel, Enno Trebs
Edición: Bettina Böhler
Fotografía: Hans Fromm
Duración: 102 minutos

por Aníbal Perotti

La coleccionista. Las películas de Christian Petzold están habitadas por personajes en fuga animados por el deseo de estar en otro lugar y prisioneros de su pasado. La mayor parte de su cine resulta inseparable de un país profundamente marcado por su historia y su geografía. En Cielo rojo, el cineasta de la Escuela de Berlín pone en suspenso los motivos trágicos para volcarse sorprendentemente a una comedia de verano con aires rohmerianos. León y Félix deciden aislarse en una casa familiar en lo profundo del bosque cerca del mar Báltico para ultimar sus respectivos proyectos. León pretende completar el manuscrito de su libro mientras que Félix debe diseñar un portfolio para ingresar a una escuela de arte. La aparente tranquilidad se ve conmovida rápidamente por la presencia enigmática de Nadja: una misteriosa habitante de la casa que deja a los dos jóvenes perturbados por su intimidad invasiva. La cámara capta la ambigüedad de los sentimientos, las contradicciones amorosas y los deseos involuntarios, poniendo atención a los pequeños gestos. Con la llegada de un cuarto personaje, el bañero de una playa vecina, la puesta en escena se organiza por el fluido intercambio de miradas y una ligereza novedosa en el cine de Petzold domina la primera parte de la película. Cuando los incendios forestales a los que alude el título toman protagonismo, en medio de una inquietante zona de incertidumbre, abismo y destrucción, los límites entre el realismo y el espacio del ensueño se desdibujan enriqueciendo la historia con varias capas de significado.

Christian Petzold retiene el verano como si fuera el último, con un cuarteto de actores que deconstruye constantemente la historia con una fluidez asombrosa. León está atrapado en su cuerpo, devorado por un malestar que lo separa del mundo, desafiando a todo lo que lo rodea. Su elevada sensibilidad lo coloca en la posición de observador, pero a su vez lo estanca en su amargura. Las tribulaciones de esta suerte de escritor genial, patético y neurótico podría ser el tema de una comedia mordaz, pero poco a poco la película se tiñe con un dolor que le da a la historia otra aspereza. La relación entre la vida y la escritura se expresa también cuando Nadja recita un texto de Heinrich Heine. En este universo saturado de signos, el espectador espera las apariciones de Nadja, que habita la película con la pura intensidad de su presencia: es la encarnación del deseo que desprende a su paso un aura de ensueño. Como muchos personajes de Petzold, ella es una suerte de fantasma que surge de la nada, que viene a llenar un vacío y a hechizarnos con su mirada. Los personajes, los cuerpos y las emociones están destinados a entrar en contacto. El gran cineasta alemán confirma su habilidad para filmar con precisión los encuentros verbales y los contactos físicos, para capturar con sutileza el paso decisivo entre la mirada de un personaje y el momento en que extiende la mano para tocar a otro.

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