Mar del Plata 2022 – El rostro de la medusa

El rostro de la medusa (Argentina – 2022)
Competencia Internacional

Dirección: Melisa Liebenthal
Guion: Agustín Godoy, Melisa Liebenthal
Intérpretes: Rocío Stellado, Vladimir Durán, Federico Sack, Irene Bosch

por Andrés Brandariz

El escenario de un festival de cine es especialmente propicio para encontrarse, entre tanta oferta, con el mejor tipo de propuesta: aquella que consigue ablandar las rigideces entre los géneros, los formatos y los modos de representación para ser, finalmente, su propia cosa. Es lo que logra Melisa Liebenthal en su segundo largometraje, una película que es mayormente una ficción con actores, pero que incorpora archivo documental y animación para construir un relato absurdo, muy gracioso, livianamente triste y, por momentos, bastante inquietante.

Parece mucho, pero no se nota: a lo largo de su breve extensión, El rostro de la medusa parte del relato fantástico para poner en circulación una multiplicidad de ideas (y varios gags fantásticos) alrededor de -si se pudiera establecer una sola idea rectora, de lo cual no estoy muy seguro- el miedo a perder la identidad. Cuando el relato comienza, Marina (Rocío Stellato) está en una consulta médica con la más extraña de las consultas: su cara no es su cara. No sabe cómo, no sabe por qué, un día su cara se hinchó y dejó de ser la que era. Ante la falta de explicaciones y la perplejidad de los galenos, a Marina no le queda otra que aceptar su nueva apariencia y volver a encontrarse en ella.

Según la introducción que la realizadora hizo antes de la proyección de El rostro de la medusa en el Auditorium, la idea surgió de reiteradas visitas a zoológicos de distintos lugares del mundo donde Las lindas, su largometraje anterior, era presentado. Estás imágenes -u otras que emulan a aquellas- aparecen a lo largo de la película y funcionan a modo de paréntesis, disrupciones que se obsesionan con aquello que diferencia un animal del otro, un animal de un humano, a un humano del otro. Un poco funcionan como extensión de la conflictuada protagonista, otro poco como bocanadas de frescura que espabilan las limitaciones de la ficción como modo de representación. Y es que El rostro de la medusa pretende expresar sensaciones particularmente difíciles de mostrar, lo cual consigue con desenfado y pleno control de las herramientas que tiene a disposición.

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