Néstor Kirchner, la película

Año: 2012
Origen: Argentina
Dirección: Paula De Luque
Guión: Carlos Polimeni
Fotografía: Marcelo Iaccarino
Música: Gustavo Santaolalla
Edición: César Custodio
Duración: 110 minutos

por David Obarrio

Estampitas. Néstor Kirchner… no es una película de propaganda sobre las presuntas bondades del gobierno de Néstor Kirchner. Es decir, ni siquiera funciona de ese modo: Néstor Kirchner, la película, se dirige a los convencidos, aquellos a los que no hay que ir a buscar a ningún lado porque hace rato que ya están ahí, con su catecismo rigurosamente aprendido, su verdad que no necesita ser refrendada por una película. Néstor Kirchner…, el  fantasma del ex presidente, esta idea de consenso entre los creyentes que es la película, les habla a los conversos, a los militantes inveterados, que no precisan que se les explique nada, ni pretenden entender nada tampoco. En ese sentido, Néstor Kirchner… no es un artefacto de guerra. No pelea. Ni se dedica a defender posición alguna, básicamente porque no tiene argumentos para ofrecer (ni los quiere). En realidad solo se habla a sí misma. Y después, como un eco de los propios pensamientos, vuelve la vista hacia su círculo íntimo, a la matriz de los soldados, al corazón de las tinieblas, a ese rincón donde trabaja, sin parar, la máquina de producir feligreses.

De Luque utiliza un dispensario escaso de recursos para su proyecto, más que nada imágenes de archivo y un puñado no muy numeroso de personas que hablan delante de cámara. Los fragmentos en Súper 8 de Néstor y Cristina de jóvenes, que pretenden certificar una temprana vida de militancia, son los mismos que se repiten desde hace rato en los programas oficialistas. Las imágenes que establecen el contexto del cual, supuestamente, serían hijos dilectos los dos futuros presidentes representan un muestrario de lugares comunes que incluye Vietnam, el rock, Cámpora, los pantalones Oxford y los dedos en V. En la película hay pocas variantes narrativas, pero además el uso que hace de ellas la directora es siempre de una torpeza manifiesta. Los contraplanos de Bush bostezando o tocándose la nariz en la Cumbre de Mar Del Plata del año 2005 mientras habla Néstor parece como si pertenecieran a otra escena y estuvieran mal pegados. Un fundido encadenado con imágenes de vías de tren, unos pocos segundos de la cara de Mariano Ferreyra en la foto que difundieron los medios y, enseguida, una serie de planos de la gente asistiendo al velorio de Néstor producen una idea incomprensible acerca de la muerte del mandatario. Los desatinados arrebatos poéticos de De Luque legitiman el costado irreflexivo de la película e impulsan la empatía exclusivamente por la vía afectiva.

Algunas de las personas que hablan aparecen en cámara, otras no. No se sabe por qué no se les ve la cara a Emilio Del Guercio, Larroque, Liliana Mazure o el Chino Navarro, todas voces que no funcionan como discurso de autoridad, ya que si uno no acierta a reconocerlas de memoria, no se entiende por qué razón dicen lo que dicen ni para qué están allí. En la película no hay carteles que aclaren nada, ni que indiquen lugares ni fechas; todo fluye y se encadena como un sueño o una fantasía oficial. Después de mostrar las protestas de diciembre del 2001 –esas imágenes terribles y archisabidas en Plaza de Mayo, poetizadas otra vez sin fortuna por De Luque, que parece ofrecer el ralenti como condición sinequanon del tratamiento “artístico” del plano, y que hace que un papel arrastrado por el piso emita el sonido de una tela rasgándose y los palazos de la policía parezcan trompadas salidas de las películas de Rocky– sin transición alguna surge Néstor, como una figura milagrosa, sin ataduras coyunturales ni pasado inmediato: es el hombre que se entrega a la muchedumbre, la manifestación del toque providencial. La manipulación del tiempo que hace De Luque le proporciona a la película la armonía de los detalles que la historia con mayúsculas podría negarle. El montaje sanciona la tasa de efectividad del relato, revalida el dogma y establece el control emotivo de la narración como garante único de una verdad que ya se traía de antemano.

Néstor Kirchner… tiene un leitmotiv visual: una toma subjetiva desde adentro de un auto que avanza, sin sonido pero con música de fondo, por una ruta en medio del paisaje desértico, presumiblemente de la provincia de Santa Cruz. Esos momentos que funcionan para unir muchas de las secuencias de la película parecen especialmente segmentos de publicidad, una zona surcada por el énfasis de la emoción pura: Néstor se encamina hacia la salvación de los argentinos, a fundirse luego con la gente que lo quiere tocar, lo aprieta, le muestra lágrimas salidas desde un fondo de desesperación que se transforma, es de esperar, en gratitud. La película es sentimental de un modo casi inconcebible. Ni Leonardo Favio llegó tan lejos en ese terreno: sus héroes eran siempre tremendamente ambiguos, llenos de debilidades y grietas, y cuando por fin decidió dedicarse a su héroe principal con Perón, sinfonía del sentimiento, su propio padre de la patria, Favio se consideró en la obligación de que su monumental película operara, también, como ámbito de doctrina, se ocupó de ofrecer teoría aunque fuera fragmentaria e incompleta, de dar cifras, breves apuntes de filosofía política para explicar por qué Perón merecía el tributo de una película semejante. Néstor Kirchner… apela de manera directa a la ideología de su espectador ideal, entendida esta como una serie de placas cristalizadas en su cerebro, de ideas arraigadas que lo único que esperan es que se las reafirme y celebre: Néstor Kirchner… es menos una película que una operación de autoindulgencia, que emite señales hacia y desde la cabeza de ese espectador en un mismo movimiento, no solo porque se lo incluye en un abrazo común de ideales compartidos sino porque, en el esquema planteado, película y espectador, esta vez, son la misma cosa. Néstor Kirchner… canta loas a ese equívoco denominado militancia, ese territorio en el que lo que está prohibido, sobre todo, es pensar. No se piensa porque lo único que se puede hacer es sentirse en comunión con las propias convicciones, cuyo destino es el de ser representadas, repetidas y reafirmadas en un circuito de virtud candorosamente asumida.

Néstor Kirchner… brinda una serie de enemigos bastante obvia, acorde con la idea militante que impulsa la película, pero lo hace de manera vaporosa y poco confrontativa. Mientras los ruralistas se comparan con Videla por contigüidad de montaje, las tapas de Clarín cuestionan al gobierno y se ponen del lado del campo. Clarín es el único diario que ocupa el rol de opositor en Néstor Kirchner… (o el papel de “contrera”, como se decía antes), probablemente porque, con la cercanía de su fecha de estreno con el llamado 7D, no viene mal machacar un poco en esa dirección. Pero en realidad el acento está puesto en otra parte, la película parece pensada, más bien, como un canto de amor devocional entre Néstor y sus seguidores. Los detractores del ex presidente tendrán que esperar otra película para verse aludidos. Los protagonistas en esta oportunidad son los fans de Néstor, los fanáticos a los que se les abrevia y suaviza el nombre. Paula de Luque es fan, el Chino Navarro también es fan. Aquellos que en la película dan su testimonio acerca de cómo se vieron beneficiados por Néstor son fans. Néstor Kirchner… evita la pedagogía, no enseña, no esclarece, no ilumina nada, no plantea problemas ni exhibe dudas, pero se entrega a un didactismo sentimental alentado por la obstinada idea de la correspondencia en un nivel superior entre el dirigente político desaparecido y sus partidarios. Al final, mediante el trámite de una metáfora cursi, se afirma la supervivencia del ideario de Néstor, cuya figura aparentemente se multiplica en una lluvia de panaderos digitales: la música de Santaolalla parece alcanzar un pico de éxtasis, los panaderos flotan brevemente y van a descender sobre los rostros de aquellos que contaron sus experiencias acerca de cómo Néstor los ayudó en forma personal. La película sobre Néstor Kirchner es como una vida de santos. Cada plano en el que aparece el ex presidente adquiere el valor de una estampita, un recordatorio prodigioso de su paso por el mundo. Para la película de De Luque, la política es el procedimiento mediante el cual se nos exhorta a creer contra toda evidencia.

  

13 comentarios

  1. Genial!

    noviembre 28, 2012 en 10:28 am

  2. Bazman

    Más allá de los escasos (o nulos) méritos del documental (sería muy interesante poder ver lo que había hecho Caetano), lo que me molesta es la forma (sobre todo en el primer párrafo) de tratar a los que bancamos a este Gobierno cómo si fueramos idiotas sin raciocinio producidos por la máquina stalinista.

    noviembre 28, 2012 en 3:02 pm

    • Diego Ramos Otero

      No pretendo ser exégeta del crítico, pero en ningún párrafo (ni siquiera entre líneas) percibí que se estuviese tratando de idiota a alguien; sí, tal vez, de personas con convicciones que no han pasado por el necesario tamiz de una profundo cuestionamiento. No he visto la película, pero Obarrio, ofrece fundamentos detrás de cada observación (atinados o no, no lo sé) y eso, creo yo, es lo que diferencia a una crítica seria de una que no lo es. Ahora, Bazman, hablando de los que bancan este proyecto, lo único que tengo para decir es que he recorrido el país de punta a punta (y no de vacaciones), teniendo el recaudo de visitar por segunda y tercera vez los mimos lugares varios años después. Desafío a que alguien haga lo mismo, y, si después de hacerlo, me dice que sigue bancando el proyecto (lo mismo vale para Menem, de la Rua y las respectivas oposiciones de turno), entonces, Bazman, yo no utilizaría la palabra idiota, la palabra adecuada sería la de cretino. Aclaro que no soy K ni anti K, solamente un argentino que conoce las 23 provincias de su país.
      Diego Ramos Otero.

      enero 29, 2015 en 3:16 pm

  3. Y eso que estuve bastante medido.

    noviembre 28, 2012 en 4:06 pm

  4. Julián Tonelli

    Creo que más allá de que por momentos se hace bastante evidente el desprecio de David por los K, más allá de los méritos (o la falta de ellos) que pueda tener el documental, están bastante más injustificadas las críticas que leí a favor de «NK la película» que las que leí en contra. Y es una cagada, creo que se podría haber hecho, con un poco más de imparcialidad y lucidez, algo mucho más interesante, ya que Kirchner fue una figura tremendamente importante en la historia argentina reciente; pero bueno, creo que las intenciones no eran esas, desde un principio. Saludos.

    noviembre 28, 2012 en 7:12 pm

  5. Yo no vi la película, pero se nota a la legua que las críticas a favor no tienen argumentos cinematográficos (y muchas veces ni siquiera políticos) para sostener su postura. Para mí, en este momento, son preferibles los exabruptos de los que la atacan antes que el autismo empecinado de los que la defienden.

    noviembre 28, 2012 en 9:47 pm

  6. Leandro

    Espere con ansias esta critica de la pelicula. Es la unica critica al dia que leo de esta pelicula. Lamentablemente al ser la critica de algo que genera mucho en la sociedad me parece que dejo muchisimo que desear, sobre todo las formas. Un bajon, esperaba algo mucho mas profesional.

    noviembre 29, 2012 en 11:18 am

  7. Marcello

    La crítica de Tiempo Argentino fue lamentable, como la crítica de Javier Porta Fouz atacando al cronista de Página 12, escrachándolo porque había escrito no sé cuantas críticas en el año (parece que eran pocas para el editor de El Amante) y concentrado en ello se fue por una tangente patética, en la que parece que sólo el estilo contestatario y cool tarantinesco de esa revista es la que vale. Esta película ha sacado lo peor de muchos críticos, de los que escribieron a favor (casi todos) y también de los que escribieron en contra, sumo a Santiago García (que raramente escribe en Tiempo) que a las 11 hs de la mañana del mismo jueves tenía una obstinación con las críticas de la película, todo esto vía Twitter: «che qué pocas críticas»… «Che, no aparece en IMDB NK The movie». Todo lamentable, los críticos muchos de ellos casi al nivel de Paula de Luque.

    noviembre 29, 2012 en 4:46 pm

  8. Bazman

    ¿Diego, por qué lo del «autismo empecinado» de los que la defienden? Espero que lo estés diciendo por la película nomás. Coincido en que las críticas a favor son bastante indefendibles y que en página 12 la crítica la hizo Oscar Ranzani (si no me equivoco) cuando yo esperaba la de Monteagudo o Bernades, pero estoy seguro que a ellos se les haría casi imposible encontrarles virtudes al film. Ojo, que también muchas de las críticas contrarias la atacaban por cuestiones ideológicas más que artísticas (en particular, la de Stiletano en La Nación). Sí me sorprendió mucho que Clarín le pusiera buena.
    Y lo de Porta Fouz, el gran borocotó de la crítica cinematográfica (supongo que muchos de los que leen esto saben a qué me refiero) es sinceramente lamentable.
    Saludos

    noviembre 29, 2012 en 9:35 pm

  9. Bazman

    Diego, te aclaro que leí de vuelta tu comentario y me di cuenta que sólo hablás de los que defienden la película, así que retiro mi pregunta

    noviembre 29, 2012 en 9:41 pm

  10. Sí amigo Bazman, efectivamente, hablo de los que defienden la película.

    saludos.

    noviembre 30, 2012 en 12:54 am

  11. María K.

    Yo no vi la película y no creo que la vea porque sinceramente no me interesa, casi al nivel de «The Collection» (que se estrenó ayer). No por el personaje ni por el recorte que se hizo, simplemente porque me da la sensación que (casi) todo sobre NK se puede encontrar, me refiero a material e incluso también pasaría lo mismo con testimonios. Sí -y no- me llamó la atención de la crítica argentina: diarios, revistas, radios, TV, espacios digitales, etc. con una violencia gramatical pocas veces vista, gracias a dios que no se puede hacer crítica por Twitter porque sería sangriento. En otro lado leí que lo malo es que se hace una película sobre una figura que murió hace 2 años, hubiera estado bueno esperar un poco, en fin. Insisto en el poco interés que me genera ver un film como este, además creo que estamos sobre saturados de documentales.

    Aprovecho para recomendarles una que vi y que me encantó: «Killing Them Softly»… excelente!!! está ya en mi top 10 del año. Un policial seco sin 3D ni ninguna parafernalia extra más que el talento.

    Saludos… buen findesemana!!!

    noviembre 30, 2012 en 3:49 pm

  12. Fernando Piscitelli

    Muy buena crítica.
    Saludosss!

    diciembre 14, 2012 en 10:05 am

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