BAFICI 2012 – Miércoles 18 de abril – Día siete

Los últimos cristeros / Il se peut que la beauté ait renforcé notre résolution – Masao Adachi / El difícil arte del paseo / Los salvajes

Hoyts Abasto. 15:00. Los últimos cristeros (México, Holanda- 2011 – 90’). Dirección: Matías Meyer. Guión: Matías Meyer, Israel Cárdenas.

Ver Los últimos cristeros es no saber bien qué se está viendo aunque el tono y cierta paisajística empecinada nos puedan hacer acordar a tantísimas películas vistas en este Bafici o en cualquier otro. El director sigue a un grupo de cristianos perseguidos durante la Revolución Mexicana. Enseguida queda claro que la película no se interesa tanto por el credo de los rebeldes sino por su carácter faccioso y renegado: hay algo hermoso y a la vez impregnado de una sensación de déjá vu en esos barbudos que avanzan penosamente en el paisaje casi desértico, como si participaran de una peregrinación. Los encuentros con las fuerza del gobierno son narrados como golpes secos, disparos en la lejanía, cuerpos que se derrumban sobre el polvo cuando son alcanzados por algún disparo. En el medio, las bellas canciones de resistencia, valor y nostalgia, iguales a las de los revolucionarios, o los rezos breves dirigidos a un dios que parece tener su morada en la mente de los propios practicantes. Mayer filma los cuerpos minúsculos en el paisaje, sus rutinas mecánicas y el dejo de la derrota que se lee en sus caras como un anuncio: la idea es que esos tipos constituyen un grupo humano cualquiera que marcha hacia la muerte en nombre de sus convicciones, y la película reniega del menor atisbo sociológico o incluso histórico para concentrarse en la fuerza centrífuga de esos rostros de piedra que parecen concentrar la fe como un misterio de otro mundo. David Obarrio

Hoyts Abasto. 15:15. Il se peut que la beauté ait renforcé notre résolution – Masao Adachi (Francia – 2011 – 73’). Dirección: Philipe Grandrieux. Guión: Philipe Grandrieux.

En primer lugar está el magnífico título: Es posible que la belleza haya reforzado nuestra resolución. A continuación, la voz de Masao Adachi se posa sobre las imágenes casi oníricas del  hombre viejo que hamaca a un niño con las que Philippe Grandrieux comienza la película. El cineasta parece atraído tanto por el timbre de voz particular como por las reflexiones que materializa esa voz. Grandrieux utiliza la cámara como una piel, como una forma de contacto físico con la esencia del mundo que intenta capturar mediante el retrato del hombre. La película que se construye ante nuestros ojos es un fascinante diálogo entre dos espíritus creativos que se reconocen en las palabras (y en las imágenes) del otro. Grandrieux lleva a la práctica las ideas adelantadas por su interlocutor y se adapta a él, aunque el encuentro se revela tan natural, tan instintivo, que la adaptación resulta relativa. Adachi describe la imagen cinematográfica como un fragmento de pensamiento y resume la libertad formal que alcanza Grandrieux. El cine emerge de las imágenes y palabras, de la misma manera que de los extractos de películas puntúan el curso de las cosas. El cine nace de la duda, de la sensación de que el hombre que está siendo filmado no se detiene nunca, de que no puede fijarse en ningún punto ni resumirse en ninguna certeza. “Es necesario terminar la película con las sensaciones,  sin ser prisionero de nuestras ideas”, declara finalmente Adachi. Una lección de cine que Grandrieux pone en evidencia haciendo tangible la percepción. La película es un sueño en común, con sus borrosidades, sus silencios y sus vagabundeos. O como escribía Pessoa: “mi paseo silencioso es una conversación ininterrumpida”.  Aníbal Perotti

Hoyts Abasto. 18:45. El difícil arte del paseo (España – 2011 – 60’). Dirección: Iván García. Guión: Iván García.

Los gestos y movimientos mínimos de una gran ciudad son el objeto de contemplación apasionada de este pequeño y simpático film, una recopilación que empalma diferentes paisajes citadinos de películas clásicas y los recorre cual si fuesen verdaderos protagonistas de una historia. Paris, Shanghái o Berlín son algunos de los lugares elegidos para ahilar melodías, personas y movimientos en busca de relatos que reflejen la cotidianeidad de comienzos del siglo XX. Las imágenes son apenas la base de una gran labor sobre el material, que incluye la completa recreación de sonidos, musicalidad, montaje y diversas clases de continuidad entre las tomas. Toda esa serie de técnicas consiguen diluir no sólo la lejanía que despierta el aspecto antiguo de lo mostrado sino también su registro en blanco y negro. ¿Qué será lo difícil del arte del paseo? Quizás el hecho de que, como no se está yendo a ningún lado, sólo es preciso observar. Y allí, lo que se revela y se hace consciente es siempre más complejo y significativo que el resultante de una mirada distraída y sujeta a un destino fijo. El difícil arte del paseo contempla y permite entonces que el fondo sea figura, no solo en cuanto a la ciudad sino también a contenidos como el nazismo que, si bien aparecen, solo son funcionales al retrato de ese tiempo y espacio. El film de García es un canto a la magia pura de las grandes urbes, esta vez liberadas de su eterno papel de escenario. Karen Riveiro

Hoyts Abasto. 19:15. Los salvajes (Argentina – 2012 – 130’)Dirección: Alejandro Fadel. Guión: Alejandro Fadel

Como mucho cine argentino reciente, Los salvajes ensaya el camino inverso al recorrido por el NCA: en vez de la ciudad, el espacio vital de los personajes es una naturaleza inhóspita plagada de amenazas múltiples. Un grupo de chicos se escapa de un instituto de menores y se dirige a la casa del padrino de dos de ellos. Conforme avanza el viaje, el destino es cada vez más incierto; de una forma u otra, la trama va dejando personajes por el camino hasta quedar solamente Simón, el más joven de todos que habla poco y reza mucho. Los actores son un hallazgo notable: tanto las caras (marcadas, entre otras cosas, con cicatrices) como los cuerpos, los gestos y el habla son el sostén visual y narrativo de la película. Alejandro Fadel confía ciegamente en ellos y por eso Los salvajes descansa en buena medida sobre planos detalle de piernas, brazos o rostros que miran el fuego. El supuesto caracter polémico surge de la cercanía que la película mantiene con unos personajes violentos, asesinos y ladrones sin intentar nunca justificar sus acciones recurriendo a un pasado terrible. Hay un solo momento (que corre por cuenta del gigante Monzón) que parecería que apunta en esa dirección, pero más que un argumento que explique el asesinato innecesario del comienzo, su monólogo cumple otra función: humanizar a uno de los personajes más peligrosos mostrándolo capaz de sentir culpa y consciente de sus errores. Pero no es cuestión de enaltecer a los protagonistas mediante algunas pocas palabras dichas en tono solemne: Los salvajes se hace cargo de sus criaturas, no es gentil con ellas y elije contar su historia sin importar lo oscura que esta pueda ser, siempre colocándose a la par del grupo y buscando la belleza oculta que anida en sus movimientos torpes, su expresión hosca y sus deseos criminales. Diego Maté

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