Robo en las alturas (Tower Heist)

Año: 2011
Origen: Estados Unidos
Dirección: Brett Ratner
Guión: Ted Griffin, Jeff Nathanson
Intérpretes: Ben Stiller, Eddie Murphy, Alan Alda, Téa Leoni, Casey Affleck, Matthew Broderick
Fotografía: Dante Spinotti
Musica: Christophe Beck
Edición: Mark Helfrich
Duración: 104 minutos

Atención: se cuentan detalles de la trama y el final de la película

por Diego Maté

Como Larry Crowne, Robo en las alturas es cine hecho en y para tiempos de crisis. Solo que, a diferencia de aquella, la película dirigida por Brett Ratner es mucho más oscura y amarga. Las dos comparten un logro: pueden comentar la sociedad estadounidense actual apelando a la comedia y escapándole al sermón y la solemnidad. Robo en las alturas apuesta a la construcción de un micromundo donde casi no hay metáforas porque todo es más o menos literal: un edificio de lujo; un contingente de empleados (mayormente inmigrantes) que trabajan en la sombra para cumplir los deseos de los inquilinos acaudalados; uno de ellos que (parece) es responsable de un fraude millonario que dejaría sin jubilación a los trabajadores de la torre; una justicia capaz de acusar pero no de encarcelar a los criminales de alta alcurnia; un magnate cínico que se sabe impune ante la ley. No hace falta ensayar ninguna lectura en clave, ningún reemplazo; a las cosas se las llama por su nombre. Todo eso, que caído en las manos equivocadas podría dar lugar a un discurso aburrido sobre las desigualdades sociales, en Robo en las alturas da paso a la comedia y a la aventura, sin por eso restarle peso al trasfondo de crítica que subyace (cuando directamente no está en la superficie de manera evidente).

Una pregunta sobre la película podría ser: ¿tiene algo nuevo para decir sobre la crisis? Robo en las alturas afirma lo que los documentales de Pino Solanas nunca se atreven a sugerir: una buena parte de la responsabilidad por el caos que viven los trabajadores de la torre la tienen ellos mismos. Josh, el encargado principal del edificio, le confía al multimillonario Shaw la caja jubilatoria suya y de sus empleados con la promesa de triplicar su valor pero sin consultarlo con ellos; cuando uno de los personajes recupera su trabajo en el edificio con un puesto más alto, se olvida automáticamente de ayudar a sus compañeros; uno de los empleados de más baja jerarquía (Lester, el portero) le pide a Shaw que invierta los ahorros de toda su vida. En Robo a las alturas se señalan las responsabilidades individuales; el mal no se encarna de buenas a primeras en los ricos, la corrupción o los políticos. Así, no es una película demagógica: no acaricia el ego del espectador postulando que la culpa la tienen solo los poderosos. Algo extraño es que no se habla de política: al revés que Secretos de Estado, otro estreno (paupérrimo) de la semana, la película de Ratner no apela a un nihilismo cómodo para limitarse a señalar lo mal que están las cosas (antes que espetar las mismas obviedades y lugares comunes que la película de George Clooney, Ratner elude el tema).

Esa responsabilidad compartida y la ausencia de canales de protesta políticos son, probablemente, los motivos por los que los protagonistas encuentran, como única respuesta a sus problemas, una solución criminal: el robo del departamento de Shaw. Parodia de un caper film, Robo en las alturas reemplaza a los expertos por inútiles y a los duros por grises empleados de clase media y los envía a una misión para la que no están preparados. Ese desajuste se balancea con la nobleza de la empresa: quitarle a Shaw el suficiente dinero como para recuperar el fondo de las jubilaciones y los ahorros de Lester. Como si el componente criminal no quedara lo suficientemente a la vista, Josh le pide ayuda a Slide, un ladrón de poca monta de su barrio que nada tiene que ver con el resto del grupo. Durante y después del robo, llama la atención el papel que cumple la ley: el FBI tiene en custodia a Shaw al tiempo que vela por sus intereses cuando atrapan a los ladrones; la agente especial Claire detesta al millonario y a veces es cómplice de Josh pero no puede dejar de cumplir con su trabajo. Trabajo esforzado que, por otra parte, nunca alcanza para condenar y encarcelar a Shaw: el FBI que se muestra en Robo a las alturas es incompetente con magnates como Shaw, pero expeditivo con ciudadanos arruinados e inmigrantes pobres como los que componen el grupo comandado por Ben Stiller.

Al final, sin herramientas políticas de por medio, con una justicia negligente y la conciencia de saberse en parte responsables de sus tragedias personales, a los protagonistas no les queda otra opción que recurrir al delito para obtener alguna reparación económica y moral. La caída de Shaw (que se condensa en el plano en que se lo encierra en un pabellón común, ya no cuenta con el arresto domiciliario en su penthouse) se debe solamente al doble trabajo de Josh y sus compañeros: cometen un crimen al tiempo que desenmascaran los fraudes del millonario. Pero, como bien se sabe, el cine mainstream nunca soporta una impunidad absoluta: el castigo puede ser repartido o recaer en alguien en particular, pero no puede no haber castigo, sea por medios legales o no. Al final, el éxito del plan, la restitución de las jubilaciones y la condena de Shaw podrían ser los signos de algo muy parecido a un final feliz, si no fuera porque uno de los personajes carga él solo con la pena de todos. Ese inmolarse como único camino para conseguir justicia es el signo más fuerte del desánimo de la película de Ratner. Su gran mérito es el atreverse a decir eso esquivando la seriedad y la grandilocuencia, apostando al humor muchas veces tonto,  incluso escatológico y hasta políticamente incorrecto. Por eso, a pesar de todos los problemas narrativos y formales que se le puedan achacar, Robo en las alturas es una película mucho más política, madura y lúcida que un bodoque como Secretos de Estado.

15 comentarios

  1. Ezequiel Boetti

    Che, no está mal Secretos de Estado! No funca la trama romántica y, sí, se pone seriota, pero el resultado final para mí es bueno. Incluso está bueno que, como marcás acá, Clooney le ponga nombre y apellido a las cosas: los republicanos son republicanos y los demócratas, demócratas. A propósito de Clooney, Robo en las alturas es como La gran estafa, pero con onda y divertida.
    Abrazo, Maté.

    enero 21, 2012 en 9:22 am

  2. Compañero Boetti: no quiero decir más cosas malas de la película porque va a parecer que estoy en una cruzada personal (y no). Pero, brevemente: Clooney le pone nombre y apellido a las cosas porque no le queda otra, porque una película sobre política estadounidense hecha en nuestros días no puede darse el lujo de querer decir lo que dice Secretos de Estado sin hablar de demócratas, republicanos o primarias en Ohio. No lo veo como un mérito sino como una necesidad.

    La vi hace mucho, pero La gran estafa a mí me había gustado.

    abrazo.

    enero 21, 2012 en 12:39 pm

  3. Bazman

    Estimado Maté, sabe que lo aprecio y mi reclamo ya es repetido, pero 99,9 por ciento de la crítica se refiere a la trama y un escaso 0,1 a la puesta en escena: «a pesar de todos los problemas narrativos y formales que se le puedan achacar»…¿Cuáles, donde?. Encima usar ese recurso al final, sin desarrollar, es como cuando el Anticristo de la crítica (Adolfito C. Martínez) pone en el último párrafo «…que acompañado por la excelente fotografía y una adecuada música….»

    enero 24, 2012 en 5:49 pm

  4. Amigo Bazman: entiendo su enojo al no encontrar en la nota comentarios sobre puesta en escena, pero no así lo del comentario final «sin desarrollar». Ninguna crítica puede dar cuenta de todo, y esta vez («de nuevo», dirá usted) yo elijo quedarme con los temas y los personajes antes que con cuestiones formales que, si las hubiera incluido mi nota, por ahí habrían sido cuestionadas en una o dos cosas. Lo que digo es que, a pesar de cierta desprolijidad narrativa (que no estoy en condiciones de desarrollar ahora, le advierto), la película es buena. No veo el parecido con la pasada de revista a los rubros técnicos que, le informo, no es ni por asomo invento del crítico que usted menciona.

    Un cordial saludo.

    enero 24, 2012 en 6:20 pm

  5. Bazman

    Pero señor, si usted fuera crítico gastronómico me diría que los platos están muy bien presentados pero no me dirían si son ricos o no!

    enero 25, 2012 en 4:09 pm

  6. Al contrario, sería lo que le diría, el contenido. La presentación del plato sería la puesta en escena.
    No pelee por pelear, señor Bazman

    enero 25, 2012 en 4:15 pm

  7. Claro. Y el orden de los platos y la manera en que se dispone la comida sería el montaje.

    enero 25, 2012 en 4:30 pm

  8. María Kanellis

    jajaja Bazman me hace reir ud, que bárbaro.

    enero 25, 2012 en 4:34 pm

  9. Bazman

    Bueno, lo mismo pero al revés, no se pongan didácticos. Mi reclamo es claro! Y JUSTO!

    enero 26, 2012 en 9:14 pm

  10. Bazman

    Queremos críticos de cine, de su especificidad, no críticos de guiones! Igual los quiero!

    enero 26, 2012 en 9:15 pm

  11. Menos mal que nos querés, Bazman, si no estarías pidiendo que nos fusilaran a todos.

    enero 26, 2012 en 11:31 pm

  12. Querido Bazman, ¿y si nos cuenta usted qué onda la puesta en escena?

    enero 27, 2012 en 9:30 am

  13. Bazman

    ¿Estimada Laura, está usted sugiriendo que no en todas las películas se puede hacer una crítica sobre la puesta en escena? Y como diría Chilavert, «aparte otra cosa», ese es el laburo de ustedes, amigos críticos, no de la plebe como yo…

    enero 27, 2012 en 8:32 pm

  14. Lo que digo es que no de todas las películas resulta interesante hablar sobre la puesta en escena. No se puede dar cuenta de todos y cada uno de los elementos, uno elige para argumentar aquello que le sirve, lo que más le llamó la atención o lo que más le gustó (o no)
    Y no me corra con eso de la plebe, que si hay plebe es en este sitio.
    Fundamentalista de la puesta: ¡saludos!

    enero 28, 2012 en 11:18 am

  15. Bazman

    ES que yo soy un formalista irredimible. Es como con el rock, me gusta por la música, las letras no me interesan….Cada uno con su mambo.
    Salute!!

    enero 28, 2012 en 6:47 pm

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