Plumíferos

Año: 2010
Origen: Argentina
Dirección: Daniel De Filippo, Gustavo Giannini
Guión: Daniel De Filippo, Claudio Andaur, Gustavo Giannini, Peto Menahem, Diego Reinhold
Voces: Luisana Lopilato, Mariano Martínez, Peto Menahem, Luis Machín
Duración: 80 minutos

por Diego Maté

Según cuentan, Plumíferos es una de las primeras películas animadas en 3D del mundo realizada a partir de software libre, es decir, hecha por fuera del esquema de las grandes empresas informáticas (ya había un antecedente peruano: Piratas en el Callao). Confieso que este hecho me seduce enormemente: me suena a levantamiento, me lleva a pensar en una verdadera rebelión cinematográfica, en el precedente que anuncia un futuro distinto para la animación, libre de ataduras y concesiones a los modos de producción de las grandes corporaciones y estéticas mainstream. Fuera de esto (más un fantasía personal que una realidad a concretarse), Plumíferos es una película prácticamente sin nada digno que ofrecer al público, pobre por donde se la mire. Y es que el problema empieza, justamente, con la mirada: al principio, durante el acecho de un gato a un pajarito en el techo de una casa, el film de Giannini y De Filippo exhibe una terminación visual increíblemente tosca, desprolija, fea, que nos lleva a  esperar (¡a desear, con todas nuestras fuerzas!) que ese comienzo no sea más que una burla calculada, alguna clase de dispositivo visual sometido a un examen paródico (un programa de televisión, quizás). Pero no: los torpes movimientos de cámara; la animación rígida y rudimentaria del personaje del gato (ver sobre todo la caída, donde lo rústico del dibujo alcanza su cumbre máxima); el uso (y abuso) falto de gracia del slapstick; la aspereza de las figuras y las texturas; el pixelado que se nota casi constantemente (y que recuerda a aquellos primeros videojuegos en 3D de principio de los 90); la falta de definición de los fondos que muchas veces apenas cumplen el papel de meras decoraciones y nunca alcanzan a tomar la forma de mundo concreto que sirva de marco para las aventuras de los personajes; todo, en resumen, anticipa lo que está por venir: una película burda que exhibe desfachatadamente su factura lamentable. Y encima, como si lo grosero de la animación no fuera suficiente, tenemos que soportar el trabajo con las voces: el desequilibrio que se da entre el  habla coloquial y de corte televisivo con algunas inclusiones de español neutro, el desfase que varias veces se advierte entre la pista de audio y los gestos de la boca de los personajes, o la total falta de cohesión entre las diferentes actuaciones (escuchar las interpretaciones de Mariano Martínez, Mike Amigorena o Luis Machín: cada uno está haciendo su propia película, forzando la caracterización y desencajándola del resto); también esto hace que en lo sonoro, Plumíferos resulte una experiencia irritante, molesta. Y como si las ambiciones de los realizadores fueran fracasar rotundamente en todos los rubros posibles, el desorden y falta de personalidad general puede apreciarse además en el universo temático de la película, indefinido y falto de matices al punto de hacer imposible suponer el origen del film: descontando algunos impostados modismos porteños, Plumíferos podría tomarse como proveniente de cualquier otro país de habla hispana, tan evidente es su falta de pertenencia a una cultura. Se mezclan, por ejemplo, un benteveo que (haciendo honor a su familia aviar en versión local) solamente puede pronunciar “bicho feo” (dicho sea de paso, rompiendo el contrato establecido con el espectador, según el cual los animales del film hablan como humanos y no como animales) con un edificio como el del señor Puertas que es pura modernidad y tecnología de punta rayando en la ciencia-ficción, imposible de encontrar en la ciudad de Buenos Aires (en este sentido, la geografía urbana de Plumíferos también es impersonal y nada precisa: de imágenes de barrios con casas bajas se pasa, casi sin transiciones, a otras de la ciudad con rascacielos).

Fuera de alguna rara buena decisión (como hacer del gato, personaje ajeno a la historia central, un ocasional narrador) y uno o dos chistes que funcionan (alguna frase del villano, la ansiedad del personaje de Pipo), la visión de Plumíferos, a pesar incluso de sus escasos ochenta minutos, no puede conducir más que al fastidio y a preguntarse por el motivo de tamaña ofensa animada. Aunque hay que destacar que, al menos como experimento técnico, la película de Giannini y De Filippo resulta un ensayo interesante, quizás una posible puerta a un cambio en el estado de cosas de la animación en 3D.

3 comentarios

  1. Me temía que esto fuera a pasar. Vengo siguiendo el proyecto desde hace un par de años. Siempre me interesó el software libre, hasta tuve mi fugaz momento militante a fines de los noventa. Es una decepción para los que nos interesa que la tecnología sea una herramienta más accesible, para hacer cine o para cualquier otra cosa. De todas formas, es bueno que haya proyectos así y como decís, espero que sea el principio de algo más interesante. Ya va a llegar.

    febrero 25, 2010 en 11:32 am

  2. Ojalá. No conozco mucho del tema, pero me entusiasma pensar que un grupo de gente cualquiera puede hacer animación en 3D sin recurrir a las corporaciones informáticas, cosa que implica, además de contar con un poder económico importante, el plegarse de una otra forma a cierto discurso estético y moral estándar. Si Plumíferos tiene algún valor, ese es el de ser pionera en una nueva forma de hacer animación.

    saludos.

    Diego.

    febrero 26, 2010 en 12:13 am

  3. Nestor

    La premisa, quizás la única que podría llevar a valorar este film mas allá de algún error, es la que aquí se menciona: la de haber realizado una película con software ‘libre’. Pero….
    Hubiese tenido sentido si hubiera mostrado cómo estando al margen de lo comercial se podía hacer algo original, distinto, único…o quizás, por el contrario, mostrar como de forma ‘libre’ se puede lograr hacer lo mismo que se hace gastando millones, con igual resultado visual.
    Lo que demostraron con Plumíferos es como de forma gratis dese puede imitar lo de afuera pero mal, mal, mal entodo sentido. Eso ya lo sabíamos…para qué entonces???

    marzo 25, 2010 en 3:38 pm

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