La invención de Hugo Cabret (Hugo)

Año: 2011
Origen: Estados Unidos
Dirección: Martin Scorsese
Guión: John Logan
Intérpretes: Asa Butterfield, Chloë Grace Moretz, Christopher Lee, Ben Kingsley, Sacha Baron Cohen
Fotografía: Robert Richardson
Edición: Thelma Schoonmaker
Música: Howard Shore
Duración: 126 minutos

por Aníbal Perotti

Formol en 3D. La invención de Hugo Cabret es la adaptación de una novela de Brian Selznick que cuenta la historia de un chico huérfano que vive en una estación de tren en la Montparnasse de los años treinta y descubre que el señor que atiende el puesto de juguetes es un cineasta olvidado, Georges Méliès. Para Scorsese, el cine ya se murió una primera vez en 1930. Un cineasta ya tuvo tiempo de caer en el olvido y es necesario recuperar partes de películas dispersas en los sótanos para reconstituir su obra. Esta visión del cine como arte prematuramente viejo, siempre en vías de extinción, es la que lo lleva a convertir muchas de sus películas en una especie de enciclopedia viva del séptimo arte. Hugo es el doble de Scorsese, un niño maravillado por la técnica que desea dar vida a sus sueños y que observa el mundo por medio de rendijas, del mismo modo que un director recoge imágenes con su cámara.

La invención de Hugo Cabret es una gran máquina que desborda buenos sentimientos en tres dimensiones, pero con resabio a viejo. La ficción infantil se mezcla con la novela sobre el realizador pionero hasta que Méliès revela su identidad y, entonces, Scorsese se desinteresa del niño y se concentra sobre el anciano en piyama. El director parece demasiado preocupado por el aspecto técnico y se olvida de darle un poco de magia y sentido al conjunto. Algunas buenas ideas se integran en una estructura sobrecargada de efectos y globalmente desequilibrada. El carácter maquinal de la película se expresa con personajes que se asemejan a autómatas, actuaciones frías y desencarnadas. La falta de espontaneidad y de un verdadero aliento creativo se traduce en un esquema narrativo sin sorpresas y con roles secundarios mal explotados (los sainetes en torno al jefe de estación interpretado por Sacha Barón Cohen resultan bastante inútiles). El director parece constantemente perdido en este mundo infantil donde pretende proyectarse como autor, sin conseguir controlar una maquinaria cinematográfica que funciona de modo automático. Las reconstrucciones de las películas de Méliès son sorprendentes pero simbolizan el giro que tomó la obra de Scorsese desde hace varios años: un cine de reproducción y simple homenaje, privado de originalidad. Una regresión inquietante.

25 comentarios

  1. Fui a verla hoy y me alegra no estar tan sola. Me la habían pintado tan pero tan genial que la verdad que salí bastante indiferente, ni siquiera enojada o desilusionada, indiferente. Concuerdo en todo lo que decís y justamente le falta eso, magia! una película hecha más con la cabeza que con el corazón.

    febrero 9, 2012 en 11:23 pm

    • barbara

      magia???? que mas magia deseas que Scorsese en uno de sus trabajos mas originales, no solo hablamos de escenas o de secuencias en la historia, hablamos de la coneccion que hizo entre los personajes, la musica, y todo el resto…….no entiendo que magia puedes esperar mas alla de eso…..te recomiendo escuches el soundtrack completo de la pelicula si esa musica no te hace sentir magia….entonces no entiendo que tipo de cine es de tu agrado….

      marzo 23, 2012 en 2:53 pm

  2. María Kanellis

    La película es hermosa, lo mejor de todo es que Scorsese no se vendió e hizo un film completamente infantil y eso está excelente, no es un cineasta que hace películas infantiles, esto no lo digo como malo. Marty está de regreso y el 3D es fantástico y eso que la vi en el Premier :P Saludos!

    febrero 10, 2012 en 1:48 pm

  3. Bazman

    Yo no concuerdo con la crítica. A mí me pareció una película hermosa y muy emocionante. Lo que más destaco es que Scorsese logra transmitir el inmenso amor que siente por el cine y de paso, sin hacerlo de manera aburrida o aleccionadora, homenajear a Meliés y contar los inicios del cine para que la gran mayoría de los espectadores actuales conozcan como fueron. A mí no me parece una película para niños, sino para todo tipo de público. Fue realmente emocionante ver en pantalla grande fragmentos de películas mudas. Y lo de las actuaciones tampoco estoy de acuerdo, para mí están bastante bien, sobre todo el pibe que hace de Hugo (aunque hay mucho dickens en su historia) y especialmente la de Ben Kingsley. El año pasado leí una biografía de Meliés y todo lo que cuenta la película es real y perfectamente representado (salvo todo lo de la historia del pibe, que es pura ficción). Además Marty sí sabe usar el 3D de manera inteligente y con fines puramente narrativos (los primeros cinco minutos me hicieron temer lo peor). Gran película, toda una sorpresa teniendo en cuenta que se aparta totalmente de los temas que Scorsese trata en sus ficciones (no así en sus documentales).

    febrero 14, 2012 en 7:27 pm

  4. Giovanni Pastrone

    El año pasado vi una película de Harold Lloyd y lo que hace Huguito colgado de las agujas del reloj es tal cual. Otro homenaje emocionante.

    febrero 14, 2012 en 11:37 pm

  5. Leonardo

    Una lección de cine. El crítico no la vio, no la entendió o simplemente no lel gusta el cine ni Scorsese.

    febrero 15, 2012 en 2:09 am

    • Giovanni Pastrone

      Para mí que no la entendió. Es una película dificil.

      febrero 15, 2012 en 12:30 pm

    • Giovanni Pastrone

      Y tampoco entendió la lección.

      febrero 15, 2012 en 12:32 pm

  6. Juliàn Tonelli

    Gran película, creo que es lo mejor que hizo Scorsese desde Casino.

    febrero 15, 2012 en 9:35 am

  7. ¿Por qué tener una diferencia de criterio implica «no haber entendido» algo?
    Es una forma de descrédito bastante simple, en verdad. No opinás lo mismo que yo, entonces no entendiste.
    Sería mucho más enriquecedor, para el debate, explicar (como hace Bazman) por qué les gustó, por qué consideran que es una lección de cine, que tirar piedras.

    febrero 16, 2012 en 11:41 am

    • Leonardo

      Puede que implique no haberla visto y hablar por boca de ganso, puede que no le guste el director y todo lo que de él venga le parezca malo, puede…muchas cosas. Pero que esta peli es una lección de cine, un homenaje al cine, a la literatura, a la tecnología GENIAL HUGO( YA DESDE EL TÍTULO UN HOMENAJE) el que no quiera entender que no entienda.Se lo pierde.

      febrero 18, 2012 en 12:08 am

      • El ratón Juan Carlos

        Esto es una lección. Pueden anotar en sus cuadernos. Voy a dictar.

        febrero 18, 2012 en 1:26 am

  8. Alfredo

    A mi la pelicula me gusto mucho. Es verdad que por momentos tiene algunos desniveles narrativos, pero sin duda para mí es cine en estado puro. Socorsese logra construir un mundo fascinante, con un despliege audiovisual tan cautivante que cuesta dejar de mirar la pantalla después de haber terminado el film. Hacía tiempo que una pelicula no me maravillaba tanto en terminos visuales. La dirección artistica es sobresaliente. Scorsese sabe sacar provecho muy inteligentemente de la nueva tecnología 3D, del mismo modo que un colosal artista como George Méliès supo gestar extraordinarias obras con la revolucionaria tecnología del momento, llamada cinematografo.
    La invención de Hugo Cabret es una suerte de resumen de la historia del cine en una sola pelicula y que esté hecha en 3D no es un mero capricho comercial; es una manera de ilustrar y buscar un punto de intersección entre las tecnicas cinematograficas utilizadas en los origines del cine y la tecnología de hoy. Donde en difinitiva la única verdad es el arte mas allá de todo.

    Alfredo

    febrero 16, 2012 en 3:21 pm

  9. sandra

    …umm, solo puedo decir q la pelicula realmente muestra efectos,fotografía increibles, las actuaciones son buenas, pero carece de eventos sorprendentes, la narrativa llega a ser lenta y monótona y la verdad esq no recuerdo haber sentido ni mucha intrigas o suspenso, o algo q me mantuviera metida en la historia, al contrario solo conté los minutos para q terminara…..muuuy aburrida!..he visto mejores peliculas con pocos recursos!!! esto me demuestra q tanta inversion no lo es todo!

    febrero 19, 2012 en 5:16 pm

    • Gina

      Sandra, coincido plenamente con vos, y me gratifica ver que no soy la única que efectúa idéntica crítica; con tantos comentarios laudatorios de la prensa y de amigos, llegué a pensar que percibirla lenta, monótona, extremadamente aburrida -más allá de su estética y sorprendente fotografía- era un problema personal. Un «embole» total.

      marzo 17, 2012 en 3:41 pm

  10. Anibal

    Gracias a todos por los comentarios.
    Muchos destacan el uso del 3D, yo creo que la excesiva atención puesta en el aspecto técnico hace que se resienta la fluidez del relato, la sorpresa y la fantasía. El enorme aparato de producción está diseñado sólo para que se luzca el 3D, el módico suspenso se inserta de manera forzada con el personaje del guardia sádico (que termina siendo bonachón, subrayando el carácter pueril de la película) y las lecciones y homenajes se limitan a una reproducción autocomplaciente.
    Saludos

    febrero 19, 2012 en 9:45 pm

    • Leonardo

      PARA QUE ENTIENDAN LA PELICULA! Grandísima película cinéfila. No porque puedan encontrarse en ella un montón de citas y mirándola nos acordemos puntualmente de muchas otras películas, cosa que sucede, pero a qué cinéfilo no le pasa eso, sino porque es una película acerca del sentimiento cinéfilo. Y porque recorre ese cordón umbilical cinéfilo que nos ata a la infancia, la orfandad y la ausencia del padre. Por eso mismo, gran película a secas, universal. Para hijos y entenados, que suelen ser los hijos del cine. Y para todos aquellos que reconozcan estar hechos de tiempo, adolezcan de sentirlo y no hayan encontrado otro remedio para exorcizar la dolencia que deleitarse en el paraíso artificial de las imágenes, temporalmente arropados por ellas. Como buena historia infantil, Hugo es perversa en el sentido más catártico de la palabra. Se asienta sobre el sentimiento de pérdida, explora cuanto temor se les ocurra ligado a aquél, que es el temor a crecer, a estar solo, a morirse, a olvidarse en vida de sí mismo. Pero sana conmoviendo hasta las lágrimas.

      Hugo es una película para llorar, como las novelas de Dickens o D’Amicis, por citar a dos tipos que escribían relatos con chicos que sufrían como protagonistas. Encima, es cinéfila hasta el tuétano, lo que añade una dimensión emocional mayor para gente como nosotros, pero cinéfila elemental, de cuando el cine no era el Cine ni soñaba con serlo, aunque ciertas mayúsculas no dañan a nadie. Cinéfila de Melies a través de Franju (cosa rara que este surrealista nocturno, político, vampírico y catacumbero reaparezca otra vez en cartelera después de que Almodóvar resucitase su mirada sin rostro en La piel que habito: la juguetería atendida por Ben Kingsley puede verse primero en el corto El gran Melies, que Scorsese ha visto porque sabemos que lo ha visto todo y porque hay planos que no mienten, encuadren la conciencia o el inconsciente). Vale decir, cinéfila de juguetería, de magia, de feria, de circo, de fantasmas; de cinematecas, cineclubes y revistas de cine publicadas en papel; de siglo XX aún decimonónico pero, también, de XXI digital y en 3D, baratijas tecnológicas transfiguradas por la metafísica –que es una estética y es una ética– de Scorsese. Y cuando hablo de metafísica hablo de sentido y de su búsqueda por vía religiosa, filosófica o la que sea. Vale decir, de ideología.

      Hay un chico sin madre (no sabemos si ella se fue, murió o la fueron) que pierde a su padre y vive manteniendo los relojes de la estación terminal de trenes de París. Hay un viejo de mirada triste que es dueño de una juguetería y guarda su fantástico pasado en un cajoncito de madera escondido en lo alto de un armario. Hay un guardia de estación que tiene la pata rota (como algunos piratas), no sabe sonreír y vive para cazar a chicos de la calle con un doberman en mano (en vez de loro en el hombro), encerrarlos en una celda, y despacharlos al orfanato. Hay un autómata de lata cuya resurrección parece suspenderse indefinidamente porque nadie encuentra la llave con forma de corazón capaz de poner en funcionamiento su roto mecanismo. Hay penitentes con la cabeza gacha bajo la nieve estatuaria. Hay un cinéfilo erudito que supone muerto al ídolo de su infancia. Hay un bibliotecario alto como un dios, severo como un guardián, atemperado como un abuelo.

      ¿Y las mujeres? Hay mujeres, claro que hay mujeres, siempre hay mujeres, aunque la protagonista femenina no sea una mujer sino una nena, y parezca cumplir un rol de testigo y compañera similar a la de la mujer del viejo, realizándose a través de Hugo. No se por qué se me ocurrió pensar en El padrino después de ver la película de Scorsese, más allá de porque son compañeros de una generación que puso en escena la crisis del patriarcado tradicional. No hay relación entre la anécdota de una y otra, pero la figura que dota de sentido, de razón, de propósito a la película de Coppola es, como aquí, la masculina. Es el Padre y es Dios, usados como nombres genéricos del Yo emancipado (esa estructura simbólica es lo que hacía funcionar, sin ir más lejos, a una película fea y pobre como El discurso del rey, lo que no le daba derecho a cagarse impunemente en la Historia y sus contingencias). Los chicos de Hugo también están en la búsqueda de sentido, pero en esta película hay vitalidad y esperanza, en buena medida porque el protagonista tiene la vida por delante. También porque el Padre desaparece, su recuerdo es grato y su ley no lo rige aunque lo persiga una versión de La ley. La sangre tira pero no hay rastros de sangre que lo tienten a tomar el camino de regreso a casa (cosa que sí le pasaba a Michael Corleone). Sin saber por qué razón, o sin saberlo a conciencia, que es la manera más ligera de hacer algo, Hugo busca una familia que complete la formación interrumpida de sí mismo, y esa búsqueda es una creación, porque no tiene otro remedio que armar una nueva familia, hecha con otras piezas sueltas del sistema (un artista de feria olvidado, una sirena encanecida, otra huérfana que ignora su razón de ser, un expósito herido de guerra devenido cancerbero reprimido y represor pero querible, entre otros). Que no le baste con su inteligencia y determinación, sino que deba agregarle corazón, y que ese atributo sea depositado por el relato en manos de la huérfana Isabelle, dueña transitiva de la llave literal y simbólica del crecimiento del protagonista, no es tan llamativo como que sea la narradora cuya voz en off cierra el relato. Si se quiere, la autora de aquel.

      Al final, Hugo consigue lo que quiere y necesita, no sin que el film nos avise de antemano que los finales felices sólo ocurren en el cine. Varias películas aparecen en ésta. Películas vistas por los pibes, descubiertas del modo en que de pibes lo descubrimos todo: al margen del tiempo, inconscientes de las jerarquías que pugnan por regular nuestra existencia. Hugo lleva por primera vez al cine a Isabelle y, como no tiene plata para pagar las entradas, viven la aventura clandestina de colarse. El boletero los sacará de la función antes de que termine la película, pero ellos y nosotros habremos tenido el tiempo suficiente para mirar la famosa secuencia de El hombre mosca (Safety Last) en la que Harold Lloyd cuelga de un reloj sobre el vacío. Como el hombrecito de los anteojos, epítome del self-made man estadounidense de clase media, íntegro, optimista y valiente, héroe y caballero de la modernidad urbana de principios del siglo pasado, Hugo vivirá mil y una peripecias acrobáticas hasta encontrar nada más y nada menos que un lugar en el mundo. Tan simple como eso. Como Harold Lloyd, Hugo quiere adaptarse, y hasta el propio Melies recibe en la película de Scorsese el obsequio de un reconocimiento público en vida que se parece mucho a la entrega de un Oscar u otro premio similar. Y nos emociona ese anhelo tan modesto y monumental a la vez, tan “pequeño burgués”, tan “normal”, tan fácil y tan complicado, tan estable y tan precario. Varios cortos de Melies, el de los hermanos Lumiere que funda la proyección pública cinematográfica, y fragmentos entintados de noticieros en los que unos soldados marchan exhaustos, ocupan en ocasiones la pantalla por completo, configurando una subjetiva de los nenes que miran esas películas en la película, de los chicos que fuimos alguna vez, adanes y evas del cine con un catálogo propio de imágenes primordiales, y de los hombres que somos con las películas que nos hacemos.

      Ese punto de vista múltiple y simultáneo es el del cine mismo, forma que piensa hecha aquí criatura, personaje, mecanismo autónomo, en el autómata, que en lugar de escribir el mensaje lo dibuja. Y esa imagen dibujada por el autómata, que viene a sustituir un régimen de comunicación basado en la palabra por el del cine, es la de la adaptación de Julio Verne por Melies en la que un cohete se incrusta en el ojo derecho de la luna, no la de la salida de la fábrica o la de la llegada del tren. Es la imagen imaginación del sueño, casa tomada por la fantasía, abierta por entonces al libre juego de la oferta y la demanda psíquica del inconsciente colectivo moderno, forjado desde hace un siglo por la cultura de masas audiovisual. Dos días después de haber asistido a la privada, ganado por la emoción y sin posibilidad de revisarla, hay un plano de Hugo que no se me va de la cabeza. La cámara –¿la cámara?– se acerca al autómata, que se ha quedado solo –¿quién lo está mirando, entonces?– en una habitación a oscuras, hasta encuadrarlo en primer plano. Quedamos frente a frente, y me acuerdo de Shimell y de Binoche mirándonos cuando se miran en la pantalla-espejo de Copia certificada. Esta vez somos nosotros los que, con el movimiento de cámara, nos acercamos a mirarlo y el autómata nos devuelve la mirada de sus ojos de (p)lata inmóviles. Contados segundos eternos pasan entre él y nosotros. Si Spielberg la hubiera filmado, el autómata nos habría guiñado un ojo. Pero Scorsese no es Spielberg, incapaz de filmar siquiera un solo plano radical. Y lo resuelve de la mejor manera, invalidando incluso el verbo de esta frase. No se los cuento porque lo van a ver. Y si no, pueden imaginárselo.

      Marcos Vieytes EN «cienismo .com»

      marzo 11, 2012 en 2:11 am

      • ¿No será «cineismo.com»? No habré entendido la película pero eso sí.

        La nota de Vieytes me parece muy buena, pero sigo acordando con la de Aníbal, que también me gusta mucho.

        marzo 11, 2012 en 3:10 pm

  11. Pablo

    Vengo de ver la peli, y la verdad es que coincido mucho con la crítica de Anibal… no puede dejar de percibirse el corte entre la historia del chico y luego la de Meliés… no soy crítico ni cinéfilo, sólo doy mi punto de vista mal que le pese a alguno (y no me corran con que no la entendí, sólo no me pareció lo extraordinaria que a otros).
    Para finalizar, a los que dicen que es una película infantil, fui a verla con mi hijo de ocho años, a quien le pareció «más o menos».
    Saludos y gracias por el espacio para opinar.

    febrero 21, 2012 en 2:44 pm

    • Leonardo

      No es una pelicula para chicos! Para nada, ESO ES INVENTO DE LA CRÍTICA.

      marzo 1, 2012 en 3:33 am

  12. Lautaro

    Una muy buena película(por algo tuvo 11 nominaciones a los oscars).No coincido para nada con la critica.

    febrero 28, 2012 en 1:18 am

    • Gina

      Si es por eso, El Artista ganó el Oscar, y no hay nada más inexplicable que eso: el monumento al absurdo.

      marzo 17, 2012 en 3:44 pm

  13. No coincido para nada con la crítica. Simplemente, una película maravillosa. Y a partir de ahora, mi favorita de todas las que ví. Las tomas, la fotografía, las actuaciones, la música!.. todo intocable, te hace soñar. Y en cuanto al supuesto «corte» que se hace entre la historia del niño y la de Mélies , creo que está perfecto porque ,¿de qué otra manera podríamos mostrar la importancia de la tarea de Hugo? Como él mismo lo dijo en una escena (mensaje que me pareció hermoso) él, como todos nosotros, estaba en el mundo por una razón, y esa razón era esta, reparar cosas, más especificamente ayudar a Mélies a recuperar su vida, porque su única vida era el cine, era su arte, y como lo habia dejado ir, muy a su pesar, estaba «averiado». Como ya dijeron, un fascinante homenaje al cine, y a la vida en sí. Repito: MARAVILLOSA.

    abril 2, 2012 en 9:13 pm

  14. Nahir

    Groso Scorsese.

    abril 2, 2012 en 9:15 pm

  15. Mariano

    La verdad, PARA MI, y para las otras dos personas que vimos la peli.. un embole !!! No me gusto para nada, aburrida, lenta.

    May 15, 2013 en 2:40 pm

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