Drive

Año: 2011
Origen:
Estados Unidos
Dirección: Nicolas Winding Refn
Guión: Hossein Amini
Intérpretes: Ryan Gosling, Carey Mulligan, Albert Brooks, Ron Perlman, Oscar Isaac
Fotografía: Newton Thomas Sigel
Música: Cliff Martinez
Edición: Mat Newman
Duración: 100 minutos

por Aníbal Perotti

Magnetismo. Una extraña mezcla de imágenes y sonidos nos seducen desde los primeros minutos. La virtuosa secuencia inicial presenta al protagonista en medio de una persecución con la policía, alternando los planos fluidos sobre su auto y las vistas aéreas de una ciudad hundida en la oscuridad. La banda sonora compuesta por vetas electrónicas acompaña los movimientos de cámara en una suerte de trance sugestivo. Pero el universo estilizado de Drive no es puro ejercicio plástico. Más allá de su belleza formal, estas imágenes determinan un territorio urbano que no está a escala humana sino a la medida de los coches. Las calles, las pistas de carrera, las grandes playas de estacionamiento y los garajes subterráneos constituyen el marco de la acción.

Nicolas Winding Refn juega con la abstracción de un personaje sin nombre ni lazos afectivos, una figura solitaria y poco afable que no posee una identidad sino una función: manejar. Cuando le preguntan qué hace en la vida, responde con un lacónico “I drive”. El hombre se limita a prestar su servicio de conductor experto, cuya ventaja competitiva sobre el resto reside en su fiabilidad milimetrada, en su desapego mental y en una especie de aura zen que lo hace avanzar sobre el asfalto como una navaja recortando la seda.

Ryan Gosling añade su figura al encanto insondable del personaje y utiliza con inteligencia el misterio y la ambigüedad que se esconden detrás del héroe estoico. El piloto es, en efecto, el centro de la película y su punto de magnetismo, pero esto no se debe tanto a su cuerpo o a su rostro, como al recorte y la deconstrucción que hace el director al observarlo, al concentrase en sus gestos, al detenerse en su nuca, en su ojo, en sus manos sobre el volante o incluso en esa campera algo absurda con un escorpión dorado en la espalda. Una campera superlativa que terminará la película con manchas de sangre pero sin abandonar nunca el cuerpo del piloto, como si fuese su mejor armadura.

La película no elude la psicología pero la presenta bajo la forma de síntomas que deben descifrarse. Drive pone en escena la transformación de un hombre que pierde todo rasgo humano. En este sentido, la secuencia en la que el piloto se coloca una máscara de látex antes de matar a un mafioso resulta una metáfora un poco obvia de la evolución moral del personaje. Pero algún que otro trazo grueso no alcanza para hacer mella en una película que posee momentos extraordinarios, como una escena de ascensor con destino de culto en la que Nicolas Winding Refn concentra en un mismo gesto el primer beso de la película y la violencia inaudita del asesino que resurge. Drive posee una tensión constante, regular y firme que no va en desmedro de su profundidad y de su melancolía. El director logra que cohabiten un lirismo sutil con cierta forma de abstracción, creando una atmósfera inquietante, un mundo casi irreal, con un ritmo embriagador, mecánico y fatal.

4 comentarios

  1. Oscar R.

    El fuerte de la película son sus contrastes, cuyo resumen tal vez sea la escena que mencionás en el ascensor. Da la impresión que no importa tanto saber qué piensan los personajes como poder vivir lo que están sintiendo.
    No hay que pasar por alto que es la obra de un director danés. Su aproximación «escandinava» al género le proporciona un ascetismo distante que hace única a la película.

    marzo 1, 2012 en 8:45 am

  2. Anibal

    Hola Oscar. Me quedé pensando en lo que decís sobre la nacionalidad del director. Aunque Winding Refn es un director personal con una sesibilidad distinta, no logro ver lo escadinavo en esta película. En otros casos sí me resulta evidente, como la primera de Alfredson que es una auténtica película sueca más allá del género.
    Saludos.

    marzo 1, 2012 en 3:00 pm

  3. Carla

    Linda nota. El contraste entre la adrenalina de las persecuciones y el retrato psicológico potencia el interés por el destino del los personajes aunque me hubiese gustado que el paréntesis bucólico no se cerrara tan rápido. Los personajes terminan siendo fantasmas o sombras, como se ve en uno de los planos finales mientras pelean fuera de campo.
    Saludos

    marzo 5, 2012 en 10:02 am

  4. Bazman

    La primera escena de la película es pura gloria cinematográfica, un ejemplo de narración que deberían mostrar en las escuelas de cine. A la hora sentí que la película perdía un poco el ritmo y también que el director es medio canchero, sobre todo en la escena en la que el protagonista caga a trompadas al mafioso de la campera deportiva en el cabarute con las minitas sentadas e impavidas, con ese preciosismo visual medio rebuscado. De todas maneras, siempre hay que celebrar a los directores que corren riesgos y tienen un ego lo bastante grande como para diferenciarse de la media.

    marzo 5, 2012 en 8:40 pm

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