La mujer sin piano

Año: 2009
Origen: España, Francia
Dirección: Javier Rebollo
Guión: Javier Rebollo, Lola Mayo
Intérpretes: Carmen Machi, Jan Budar, Pep Ricart
Fotografía: Santiago Racaj
Edición: Ángel Hernández Zoido
Duración: 97 minutos

por Aníbal Perotti

Rosa de noche. La mujer sin piano despliega una melancolía difusa que genera emociones en sordina y un humor lacónico en la línea de Aki Kaurismaki o Elia Suleiman. Javier Rebollo practica un minimalismo controlado pero evita que sea sistemático. El director toma decisiones audaces como la inspirada utilización del fuera de campo y la voz en off, el uso repentino de la música como contrapunto de las imágenes o la construcción de escenas que comienzan con la protagonista y terminan sin ella.

Rosa es una cincuentona discreta y triste que pasa sus días entre decenas de problemas domésticos y un matrimonio insípido. Durante la primera parte de la película, Rebollo filma los pequeños rituales de la protagonista con planos fijos que refuerzan la descripción clínica de su rutina: una conversación telefónica matinal con su marido, la limpieza del hogar, una ducha, la visita a la primera clienta (Rosa trabaja como depiladora a domicilio), una siesta, el regreso del marido y la televisión como punto culminante del desgano. Los pequeños escapes triviales no cambian el panorama. El comportamiento sádico y burocrático de una empleada del correo extiende el letargo doméstico a una dimensión social, aunque la desesperación permanece sutilmente cubierta de humor.

Cuando llega la noche, Rosa se levanta sin hacer ruido, se pone una peluca negra y se pinta los labios. Tira algunas cosas en su valija, se calza un impermeable marrón y sale sin darse vuelta. La puesta en escena se dinamiza junto a su protagonista para descubrir los secretos de la vida nocturna de Madrid. Rosa vive experiencias inéditas en el vacío urbano de una ciudad en la que sólo puede relacionarse con unos pocos personajes extravagantes, como el misterioso inmigrante polaco con el que comparte varias horas. De todas maneras, la originalidad de estos personajes resulta demasiado fabricada para que se vea en ellos otra cosa que instrumentos del cineasta. Rosa posee un improvisado apetito de aventuras cuyo destino final no importa, porque es un pretexto para registrar su vagabundeo. De noche, Rosa se sumerge en un oscuro decorado de ficción, se transforma en una criatura de cine y se funde en lo desconocido hasta ya no reconocerse.

4 comentarios

  1. Bazman

    Pregunta para el amigo David, en caso de que haya visto esta película (yo la vi en un BAFICI): ¿Es esta una película «hecha para festivales»? Yo digo que sí (no estoy valorando si es buena o mala, sí que entraría en la categoría sobre la que discutíamos en otro post).
    Saludos.

    diciembre 6, 2011 en 10:55 am

  2. No la vi Bazman. Pero habiendo visto una anterior de Rebollo algo supongo, je.

    diciembre 6, 2011 en 11:12 am

  3. Anibal

    Yo también diría que sí, aunque estemos hablando de una categoría algo difusa y cambiante. En ese sentido, Lo que sé de Lola era más claramente “cine de festival”. Creo que La mujer sin piano se despega un poco porque lo sórdido no está subrayado y porque se acerca felizmente al cine de Kaurismaki.

    diciembre 6, 2011 en 12:31 pm

  4. Buena aclaración, Aníbal. Efectivamente estaba pensando en Lo que sé de Lola. Habrá que darle una oportunidad a La mujer sin piano, entonces.

    diciembre 6, 2011 en 3:48 pm

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