Contagio (Contagion)

Año: 2011
Origen: Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos
Dirección: Steven Soderbergh
Guión: Scott Z. Burns
Intérpretes: Matt Damon, Gwyneth Paltrow, Laurence Fishbourne, Jude Law
Fotografía: Steven Soderbergh
Edición: Stephen Mirrione
Música: Cliff Martinez
Duración: 106 minutos

por Laura Gehl

Se cuentan detalles del argumento y el final

La carrera de Steven Soderbergh es despareja y Contagio se hace eco de esa irregularidad. Película y director se homologan. Efectivamente, esta última película es despareja e irregular, y de hecho sería todo un hallazgo que no lo fuera porque abre tantas subtramas que termina perdiéndose por los vericuetos de las distintas historias y varias líneas quedan resueltas de manera apurada; el buen pulso narrativo de la primera mitad se acelera torpe en la segunda. Hay una mayor pericia para contar el caos y el pánico; en esos momentos la película vuela, fluye, entretiene.

El argumento es tan trillado como atractivo: un virus se propaga cual peste, no importa mucho cómo ni qué síntomas lo declaran sino que la gente muere y rápido. Hoy por hoy solo basta con un par de tweets para que el pánico se apodere de la sociedad y no hay posibilidades de que nada se esconda demasiado. “Viralizar” ya no se aplica meramente a la ciencia ni es un concepto que manejan dos anteojudos con bata de laboratorio. Las palabras obedecen a una lengua que es social y muta, se transforma junto con la manera de comunicar y comunicarnos, como un virus, y de eso se trata Contagio. La hipótesis principal parece postular que es mejor que bajemos un cambio porque nada, ni siquiera la muerte, es para tanto. Así, personajes que sugieren convertirse en protagonistas absolutos, quedan a mitad de camino sin mayor preámbulo ni consecuencias, nadie es imprescindible. Lo mencionábamos antes, Contagio trabaja muchas líneas argumentales, como si fuera un esquema de enlace químico, se desprenden dos más importantes: la gente –ese colectivo inclasificable que está tan de moda usar–, la individualidad, la enfermedad y la supervivencia vividas en tanto personas; y las instituciones, el gobierno, los medios de comunicación, que a su vez están integrados por personas. Todo se conecta al tiempo que se desglosa.

Por el lado de las instituciones se baraja demasiado. El gobierno –que siempre es el norteamericano– no quiere que este tema llegue a los medios, pero un periodista con un blog muy visitado hace desastres por Internet con la simple tarea de contar todo lo que se le cruza por delante –intereses aparte, la película lo deja claro–, y el miedo se apodera de la población, al menos de la que habita al norte del continente que como bien sabemos para algunas películas representa el mundo todo. Se trabaja en la creación de una vacuna, se aísla gente, se mueren miles, se trata de explicar cómo es que se genera una pandemia, pero nada de eso importa mucho y de todo ese gran conjunto lo interesante es cómo nos informamos, y cómo los medios tradicionales pierden poder en manos de las redes sociales que suponen ser las únicas democráticas con llegada masiva. Soderbergh no parece tener una opinión formada al respecto porque al mismo tiempo nos dice que ese exceso de información en determinados casos no genera otra cosa que estar más desinformados –no por nada el personaje más revulsivo es el periodista–, y si se mete en un conjunto desinformación más miedo el resultado es el caos absoluto y la vuelta a un estado de naturaleza en el que solo sobrevive el que tiene más balas. Por toda esta mirada de la sociedad es que el final, tranquilizador y de gente prolija esperando por una vacuna, es tan idiota como inverosímil.

Por el lado de la gente hay varias historias más o menos débiles, pero solo basta ver los ojos de Matt Damon para quedarse con esa. Su personaje es un tipo desempleado al que se le muere la mujer, que resulta ser nada menos que la primera infectada luego de un viaje a Hong Kong; él es inmune y queda solo con una hija adolescente fruto de un matrimonio anterior. Todo su trabajo consiste en sobrevivir y evitar que la hija se contagie. En torno a Damon (Mitch) giran los mejores momentos de Contagio. Son instantes en los que el vértigo de contar mil cosas se detiene y la película descansa en un simple gesto de Mitch o de su hija, en una bajada de cabeza al saber que su esposa le fue infiel justo cuando ya no tiene sentido enojarse. Mucho de lo que puede decirse sobre ese pobre tipo que de la nada perdió casi todo se dice a través de un emoticon en una pantalla de celular; la hija habla poco pero escribe, no puede ver al novio y su único contacto y regularidad con eso que antes era una vida adolescente es un mensaje de texto. Sabemos que vacuna mediante –inverosímil también– la sociedad volverá lentamente a la normalidad. En ese instante Contagio pone en pantalla una de las escenas más bellas del año: Mitch le arma a su hija en el living de su casa una fiesta de promoción con más voluntad y amor que guirnaldas y a la que solo asiste el noviecito recién vacunado. Mientras la hija baila, Mitch encuentra la cámara fotográfica, sentado solo en la pequeñez de un armario revisa las fotos y ve a su mujer en diferentes momentos del viaje, feliz, sabemos que fue más o menos por ahí que le fue infiel al marido y se genera una leve tensión con cada imagen de ella. Nadie quiere ver lo que ya se sabe y por ese mismo motivo la cámara de Soderbergh se aleja, respetando la intimidad y el llanto desgarrado de un tipo que no da más. No llora por lo que quizá puede haber visto, sólo llora por ella que no está. Contagio termina ahí, con el padre de ojos llorosos yéndose por un pasillo después de sonreírle a la hija. Lo más parecido a la cotidianeidad y la vida, lejos de la catástrofe y el caos. Para cerrar los círculos en ese esquema hiperconectado, mientras pasan los títulos se muestra la cadena de contagio, pero quizá solo sea para que se te desestruje un poco el corazón después de ver llorar a Matt Damon.

15 comentarios

  1. Ezequiel

    Cuanta mala influencia de «El amante» esto de contar los finales.

    noviembre 6, 2011 en 8:05 pm

  2. El final forma parte de la película y se avisa que se cuenta.

    noviembre 7, 2011 en 9:33 am

  3. Ezequiel

    Ok, sí. Dije otra cosa igualmente, esto de andar deschavando finales es una influencia de los redactores «cool» de «El amante» y la verdad es medio lamentable.

    noviembre 7, 2011 en 12:34 pm

  4. kriveiro

    ¡Muy buena crítica! Disfruté muchísimo de leerla. Debo confesar que se me escapó alguna lagrimita hacia el final, que no me pasa seguido… jaja
    Saludos!

    noviembre 7, 2011 en 9:39 pm

  5. Bazman

    Laura, muy buena crítica, me parece que a esta altura quejarse porque las pelis yanquis hacen de Estados Unidos el mundo todo no tiene sentido (ojo, no me parece que eso esté bien). Además, ya que te quejas de las innumerables lineas narrativas abiertas, imaginate si encima Soderbergh empieza a contar cómo afecta la epidemia a otros países. No soy fan de Soderbergh, pero esta peli, y El Desinformante me gustaron mucho, le está agarrando la vuelta a un tipo de narración que mezcla lo moderno con lo clásico. Y hablando de clásico, no es Matt Damon el más clásico de los actores actuales. Parece el Zorzal, cada día actúa mejor!

    noviembre 8, 2011 en 11:01 am

  6. Bazman

    quise decir ¿No es Matt Damon el más clásico de los actores actuales?

    noviembre 8, 2011 en 11:05 am

  7. Marcello

    Vamos Bazman, ¿qué le pasa? Le gustó «Quiero matar a mi jefe» y ahora dice que ¿Matt Damon actúa cada vez mejor? No se, el Baz está sobrando por estos días en su nombre… pienselo, relea algún libro de André por favor, va con cariño.

    noviembre 8, 2011 en 11:54 am

  8. Baz: ojo que no es estrictamente una queja esa postura de EEUU de centrar todo ahí, es más una descripción de la realidad, no es necesariamente ni bueno, ni malo per sé, siempre hay que analizar cada caso.
    Y efectivamente, Damon está cada día mejor, solo basta con ver Hereafter para darse cuenta.
    Karen: ¡muchas gracias!

    noviembre 9, 2011 en 12:06 pm

  9. Bazman

    Estimado Marcello, le puedo aceptar lo de Quiero Matar a mi Jefe, pero lo de Matt Damon es innegable. Laura está de acuerdo conmigo, y si hacemos una encuesta creo que mi posición saca más porcentaje que Kristina….
    Saludos!

    noviembre 10, 2011 en 11:18 am

  10. Marcello

    No escriba Cristina con K amigo, por favor…

    noviembre 10, 2011 en 11:27 am

  11. Julián Tonelli

    Entiendo las crìticas hacia la crìtica de Laura con respecto a contar el final, aunque creo que en este caso se puede hacer una excepciòn. Para mì Contagio termina siendo una buena pelìcula porque no hay happy ending, se va todo a la mierda. Esa decisiòn, para mì, es fundamental en la valoraciòn de la pelìcula. Es el caos puro, y justamente cuando se espera que las cosas se empiecen a arreglar, que la vacuna comience a actuar y que la gente se empiece a salvar del virus, el relato sigue tejiendo subtramas (algunas, pobremente resueltas) que agrandan el quilombo. La secuencia final donde se muestra el origen del virus me parece un final inmejorable, lo mejor de todo. Cuando se trata de esta especie de tòpico yo suelo darle mucha importancia a la resolución. ¿Va a aparecer algùn personaje que se erija como hèroe y salve al mundo? ¿Estados Unidos va a curar al mundo del virus? No, esto no pasa, no hay hèroes ni nada parecido. Creo que en eso reside el encanto de Contagio. En el caos que se profundiza cada vez màs. Su narraciòn no va hacia adelante sino que se ensancha, y el final no es ninguna sorpresa. Por eso, no veo que sea tan grave contarlo. Incluso me parece necesario para determinar si vale la pena verla o no.

    noviembre 10, 2011 en 12:28 pm

  12. María Kanellis

    Me parece que hay muchas maneras de abordar una estructura crítica sin caer en la resignación de contar el final, es como si no te quedara otra, sugerilo, inferilo pero contarlo es como la últimisima opción, al menos así lo veo yo. Besos!

    noviembre 10, 2011 en 3:15 pm

  13. La verdad, es que no sé qué problema tienen con los finales. Entiendo que es una cuestión de gustos y como tal, no me parece muy discutible. Sí me parece que uno tiene que aclarar cuando cuenta algo importante de la película por si alguien lee el texto antes de ver el film, pero en definitiva cada uno elije de lo que quiere agarrarse a la hora de analizar lo que ve.
    De nuevo, el final forma parte de la película.

    noviembre 10, 2011 en 4:13 pm

  14. María K.

    Precisamente, es una cuestión de gustos… por eso es para discutir

    noviembre 10, 2011 en 5:25 pm

  15. Oliverio

    Yo estoy de acuerdo con María, no me parece una buena elección contar los finales. Si bien son parte de las películas, es muchas veces la sorpresa de una historia y en este caso es cierto no hace a la cuestión central del film, es un golpe de efecto importante, develarlo confabula con la experiencia de ir a verla.

    noviembre 11, 2011 en 11:40 am

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