Policía, adjetivo (Politist, adjetiv / Police, Adjective)

Año: 2009
Origen: Rumania
Dirección: Corneliu Porumboiu
Guión: Corneliu Porumboiu
Intérpretes: Dragos Bucur, Vlad Ivanov, Ion Stoica, Marian Ghenea
Fotografía: Marius Panduru
Edición: Roxana Szel
Música: Alex Dragomir
Duración: 113 minutos

por Aníbal Perotti

El individuo sometido a la dialéctica. El lenguaje, los términos y su definición desempeñan un papel central en Policía, adjetivo. El director funda su obra sobre una pequeña anécdota entre adolescentes despreocupados, potenciando el contraste con una burocracia absurda que reduce los comportamientos humanos a textos fijos. La película describe algunos días de la vida de Cristi, un policía que se interroga sobre su oficio mientras investiga a un estudiante que fuma hachís con un par de amigos a la salida del colegio. Cristi se resiste a detener al joven por un acto ilegal tan vano, pero él es sólo una pieza de un mecanismo oxidado de procedimientos automáticos. La moral y la subjetividad se oponen al yugo legislativo rígido que funciona como metáfora de un país poco propenso a la idea de evolución por la jurisprudencia.

La búsqueda de nuevas formas cinematográficas facilita una narración pertinente. La película comprime los códigos del policial, reduciendo el suspenso a un árido seguimiento peatonal. Las largas secuencias en las que Cristi sigue los pasos del estudiante revelan su profundo cansancio y al mismo tiempo generan una atmósfera metafísica. Porumboiu centra su mirada sobre el ritual de este falso flâneur que sigue escrupulosamente su objetivo, regresa cada tanto a la comisaría para hacer su reporte y vuelve a salir. El director lo filma en tiempo real,  a menudo de espalda, y al disecar su vagabundeo y sus deslucidos gestos cotidianos, nos introduce en los meandros de su espíritu. La investigación sobre el adolescente se convierte en un acto de introspección que nos invita a compartir los pensamientos del personaje, a pesar de la distancia que genera una puesta en escena heredera de los grandes maestros del cine moderno. El encuadre orientado hacia la separación de los cuerpos y el uso del plano secuencia combinado con un montaje que se retrasa justo sobre el tiempo muerto, remiten al cine de Antonioni. Cuando el director se detiene en el detalle de los movimientos de su antihéroe, en su manera de caminar por la calle, de abrir las puertas, de examinar los pasillos y de recoger los restos de cigarrillos que dejan los jóvenes en el suelo, evoca el viaje obsesivo de Pickpocket. Pero las comparaciones se terminan pronto, porque el rumano encuentra un tono propio gracias al humor negro incluido en su personal interpretación del absurdo.

El sentido del humor particular de Porumboiu ya era evidente en Bucarest 12:08, cuando ironizaba sobre los mentirosos, los oportunistas y los que se daban vuelta como panqueques a la hora de la revolución contra Ceausescu. En medio de aquel debate extravagante acerca de la hora exacta a la cual cada uno había celebrado el final del tirano, la película adelantaba los temas centrales de Policía, adjetivo: el poder de la dialéctica y la imposibilidad de una rebelión individual. En este caso, el director hace foco sobre el comportamiento hipócrita apuntalado por un vocabulario absurdo. Cristi está casado con una profesora que le da lecciones sobre ejercicios de estilo y lo invita a filosofar sobre el sentido de las palabras de una canción popular. La incomunicación de la pareja, la oposición de cuerpos e ideas, simboliza perfectamente el proyecto del director, que encuentra su punto culminante en una demoledora secuencia final en la que el superior de Cristi lo obliga a buscar la definición de la palabra conciencia en un diccionario, y el joven policía debe respetar el sentido literal del término, que difiere de su propia versión del concepto. La sesión de humillación, filosofía moral y reflexión semántica a la que lo somete su jefe nos lleva a un final digno de Ionesco. A diferencia de su personaje, Corneliu Porumboiu no está limitado por el sentido oficial de las palabras o del lenguaje cinematográfico y concibe un cine libre e innovador.

5 comentarios

  1. Genial Aníbal Perotti.

    Tengo ganas de ver la película, para ver como le manda buscar «conciencia» en el diccionario.

    Muy bien, ahora solo me falta conseguir el film, que para mí no es tarea fácil, soy un paquete en la informática

    agosto 3, 2010 en 4:14 am

  2. Anibal

    Gracias Davixuela.

    Es una gran película. En Buenos Aires la pasaron en el BAFICI y ahora está en algunos cines. Espero que la puedas ver pronto.

    Saludos,

    agosto 3, 2010 en 9:08 am

  3. Charlie

    «¿Vocabulario absurdo?…» ¿Las definiciones del diccionario son absurdas porque no coinciden con nuestra propia «versión» del concepto? Pues bien por el comentarista.

    «…el joven policía debe respetar el sentido literal del término, que difiere de su propia versión del concepto».
    Claro, yo como electricista puedo diferir del concepto de «relé» y armar algún desastre en una instalación. Y los juristas que defienden o condenan a alguien en un juicio, discutiendo para ello sobre conceptos son poco menos que idiotas. Si los conceptos son algo subjetivo, ¿cómo vas a condenar a alguien por ello?
    Pero no, amigo, los conceptos son objetivos, trabajados socialmente. Es la sociedad la que les da su fuerza y su pertinencia. Si millones de personas tuvieran que entenderse teniendo cada uno una definición propia de las cosas no podrían ni empezar a hablar.

    Después de ver la película fui a buscar comentarios por Internet y ya me imaginaba que iba a encontrar cosas como esta: subjetivistas, psicologistas, «contra la absurda-ley» y en defensa de la «propia moralidad» de cada cual.
    Si la película fuera valiente y quisiera atacar de verdad la estupidez de considerar delito el que unos niños fumen hachís, debería ir decididamente contra los legisladores, los políticos o incluso el clima social que ataca estos actos. Pero pretender denunciar estos hechos atacando a los policías que defienden y aplican las leyes que han jurado cumplir es, cuando menos, discutible.
    La escena del capitán, los «muchachos» y el diccionario no es una muestra de humillación (salvo por la clara falta de cultura de ambos policías, que sí es humillante). Pero sí es una lección de respeto al trabajo y al deber (el mismo que debe tener cualquier profesional, sea juez, profesor o fontanero). Y, por si fuera poco, la lección ofrecía alternativa moral: si no estás de acuerdo con la Ley que te has comprometido a defender, siempre puedes dejar tu trabajo y atacarla mediante otros medios: políticos, sociales…
    Pero el que genera las simpatías morales no se atreve a defender su «propia ley moral» hasta sus últimas consecuencias. Si hay un culpable de incoherencia en la película ese es el protagonista.

    «los temas centrales de Policía, adjetivo: el poder de la dialéctica y la imposibilidad de una rebelión individual…»
    Vale el segundo, ¿pero el primero? ¿Qué entiende el comentarista por Dialéctica? ¿Que convences a alguien con palabras? Porque la dialéctica es la técnica para encontrar la verdad mediante la argumentación y la oposición de contrarios.
    Eso es lo que ocurre en la escena de marras: se llega a la verdad. Dolorosa, deprimente, pero la verdad. La verdad en el plano policial que no puede ser otra sino la que resulta ser. Prueba palpable es que al final se lleva a cabo la detención. Pues faltaría más, ¿qué otra alternativa cabe? ¿Que los policías se nieguen a cumplir la Ley porque va a perjudicar a los pobres chicos? ¿Y después vayan todos en comandita a manifestarse ante el Parlamento con camisas de flores?
    La película es estupenda porque muestra la impotencia individual y la falta de fuerza efectiva de cualquier «ley moral individual». Para cambiar algo hay que implicarse socialmente, no sentarse en un despacho y decir: yo objeto.

    agosto 20, 2010 en 1:01 pm

  4. Anibal

    Tenés razón. La escena en la que el capitán humilla a los muchachos es una lección de respeto al trabajo y al deber, y tu comentario refuerza la lección. Ya entendimos, gracias.
    Cristi es el único culpable y recibe su lección por atreverse a mirar apenas un poco mal allá de los límites de esa burocracia absurda (creo que es absurda, perdón por ser tan subjetivo) que piensa por él.

    agosto 20, 2010 en 5:41 pm

  5. Explícate ¿Cómo es eso de implicarse en la sociedad para generar cambios, cómo se hace?

    Si no es sentarse y decir «Yo objeto» entonces implica movimiento no?, sería el punto 1. ¿Hacia dónde se proyecta el movimiento? Hacia la tienda de ropa no, comprarse camisas de flores también está fuera del movimiento…
    Punto 2. el movimiento es uno es individual y lo que te mueve es tu fuerza moral porque si no, no es movimiento, es inercia.

    Venga hasta los 1000 puntos, ¡¿cómo cambiar el mundo en 1000 puntos?!. hacemos 2 cada día y en un año y medio hemos lo hemos resuelto.

    Explícate como se hace eso de implicarse, es muy dificil, estoy siendo pesado pero es que solo has dicho cómo no se hace y eso no aclara mucho.

    agosto 20, 2010 en 6:12 pm

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