Mar del Plata 2018 – Chained for Life

Chained for Life (Estados Unidos – 2018)
Panorama. Nuevos Autores

Dirección: Aaron Schimberg
Guion: Aaron Schimberg
Intérpretes: Jess Weixler, Adam Pearson, Charlie Korsmo, Stephen Plunkett, Sari Lennick

por Ignacio Verguilla

Encuéntrame en el fuego. Un director enigmático, de acento europeo, intenta rodar una película de horror en un idioma que no es el suyo. El espíritu clase B campea por el set, un enorme edificio de ladrillos naranjas y grandes arboledas. Por allí se pasea Mabel con su vestido color sangre, una actriz hermosa que espera su escena. La imagen denota el grano y la textura del celuloide, pero el rodaje que se prepara se hace en digital, con cámaras que entran en la palma de una mano (“el secreto está en la óptica”, dicen con acierto por ahí, y el adaptador y los lentes ocupan varias veces la longitud del dispositivo). El ambiente es relajado y mucho tiene que ver el clima de interioridad que transmite el paisaje sonoro, una superficie sin estridencias ni barullos efectistas. La ficción en proceso muestra a un doctor con ansias de trascendencia y un deseo muy del siglo XIX: encontrar la manera de reconstruir cuerpos deformes y experimentar todo lo posible para devolverle la vista a su hermana. Mientras filman algunas escenas, todos esperan la llegada de un grupo particular de actores, un “coro de fenómenos” compuesto por mujeres barbudas, un gigante, dos enigmáticas siamesas y un hombre desfigurado, que encarnará al monstruo que se enamore de la hermosa y ciega protagonista.

Chained for Life juega a multiplicar los opuestos, al laberinto de espejos, a la introspección del cine dentro del cine. Y en ese juego, lo que despliega es una delicada y porosa indagación de la belleza. Todo ello lo consigue con paciencia, sin un atisbo de temblor, regalando carisma y carnadura en sus personajes, que despliegan con paciencia todas sus virtudes y miserias. Mabel ensaya la manera de enfrentarse a su partenaire e intenta matizar como puede la involuntaria arrogancia de su belleza. Cuando encuentra a Rosenthal paseando solo por los jardines, le ofrece algunos consejos de actuación, y en la charla sobrevuela la tensión por la escena de sexo que deberán filmar. La escena es incómoda, perfecta en sus tiempos; Rosenthal le pide a Mabel que le enseñe su repertorio de gestos, y ella intenta ser sutil y convincente. De pronto, sin forzamientos ni golpes de efecto, asoma una corriente de empatía que obtura cualquier rasgo de conmiseración y todo encaja en el lugar más justo.

Schimberg maneja con soltura y paciencia los hilos narrativos, y hace de la introspección un camino de conocimiento desde y hacia sus personajes. Pero es acaso en los tiempos muertos del rodaje donde brilla su puesta en escena. En ellos aparece toda la humanidad de sus criaturas, y los roles secundarios cobran un protagonismo central: un par de enfermeras que se convierten en actrices, los integrantes del equipo técnico que rodea al director y, por sobre todo, ese grupo de deformes que a la luz de un fogón toma las riendas de la narración para crear sus propias imágenes. Tiempo y espacio, ficción y realidad, angustia y deseos cambian de signo, y Schimberg demuestra en cada plano que no quiere juzgar ni aleccionar a nadie, y que no pretende nunca ser mejor que sus personajes. Esa generosidad, alejada del efectismo y las trampas de guión, es uno de los rasgos de inteligencia que hacen de Chained for life un pequeño milagro.

Deja un comentario