Cosa voglio di piú

Año: 2009
Origen: Italia
Dirección: Silvio Soldini
Guión: Doriana Leondeff, Angelo Carbone, Silvio Soldini
Intérpretes: Giuseppe Battiston, Alba Caterina Rohrwacher, Pier Francesco Favino
Fotografía: Ramiro Civita
Edición: Carlotta Cristiani
Música: Giovanni Venosta
Duración: 126 minutos

por Aníbal Perotti

A partir del éxito internacional de Pan y tulipanes, Silvio Soldini se convirtió en el director italiano más popular de su generación. Sus películas son dramas amables, previsibles, bien filmados y cargados de nobles sentimientos. Cosa voglio di piú no es la excepción. El director intenta inscribir una historia de adulterio demasiado transitada en un contexto realista, pero sólo logra estirar la película, deteniéndose en un sinfín de problemas domésticos intrascendentes. Soldini ubica rápidamente a cada personaje en el lugar que indican las convenciones, subrayando los defectos físicos o de carácter de los cónyuges que están de más para facilitar la simpatía hacia los amantes.

Una joven empleada contable, encantadora y aplicada es la compañera de un hombre barrigón de anteojos, mañoso y retraído. El simpático encargado de una empresa de catering está casado con una mujer que vive malhumorada. No es difícil imaginar quienes serán los engañados. El pretendido realismo se diluye en tórridas escenas de sexo poco convincentes, filmadas de manera cruda y sin cortes para forzar el contraste con la vida sexual de las parejas legítimas, que merece apenas una mención.

Soldini se pierde intentando conferir a su drama alguna relación con el mundo real. Coquetea con el registro documental en los pasajes que se desarrollan en los inmensos centros comerciales o en los trenes que comunican las viviendas de los suburbios con las oficinas céntricas. El mundo del trabajo está descripto con precisión para evidenciar la vida profesional poco estimulante y las dificultades económicas que apremian a los dos amantes. Pero estas observaciones no constituyen un verdadero punto de vista y sirven únicamente para alimentar la vacilación de los tortolitos. Cada vez que alguno pretende hacer evolucionar la relación, el dinero oficia de triste regulador de los impulsos. El adulterio cuesta caro, parece decirnos Soldini. La relación extramarital vista como un lujo es una idea discutible pero muy atractiva, que el director sólo utiliza como un ingrediente más del guión.

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