Tu última oportunidad (Last Chance Harvey)

Tu última oportunidad - Las Chance Harvey - CinemaramaAño: 2008
Origen: Estados Unidos
Dirección: Joel Hopkins
Guión: Joel Hopkins
Intérpretes: Dustin Hoffman, Emma Thompson, Kathy Baker, James Brolin, Eileen Atkins
Fotografía: John de Borman
Edición: Robin Sales
Música: Dickon Hinchliffe
Duración: 93 minutos

por Ezequiel Boetti

Hay un elemento clave para entender por qué una película con escasos atractivos como Tu última oportunidad resultó la más rentable del mercado cinematográfico argentino durante el último fin de semana con más de 34.000 espectadores en 29 salas. No es el director, un ignoto (y bien merecido lo tiene) ingles llamado Joel Hopkins, ni tampoco la historia, ñoña y gruesa, sobre el “amor en la tercera edad” rodada en la (casi siempre) insípida y fría Londres. Tampoco hay que buscar explicaciones en su campaña de prensa, sin la rimbombancia de las grandes producciones o películas-evento que últimamente sucumben a las salas mundiales. Por el contrario, la publicidad previa a su estreno fue humilde y hasta escasa, con algunos afiches en las calles, pequeños avisos en el diario y nulos spots televisivos. Mucho menos fue su apocalíptico y tremendista titulo local, penosa traducción de Last Chance Harvey, que lejos está de generar empatía entre los espectadores y el veterano protagonista que el nombre original propone. El máximo responsable de este éxito (una película “mediana” cuya proyección de taquilla ronda los 200.000 espectadores es, hoy en día, un número más que satisfactorio) tiene nombre y apellido: Dustin Hoffman. Es ese diminuto gran actor que, solito, transforma el calamitoso bodoque de Hopkins en una película apenas discreta, siempre y cuando el lector sea un espectador benevolente y generoso.

Él interpreta a Harvey Shine, un mediocre creador de jingles televisivos que debe viajar a Londres para el casamiento de su hija, la cual siente por él más lástima y pena que amor y ternura. Frustrado, decide abandonar la ceremonia antes de tiempo y regresar al aeropuerto donde conocerá a una solitaria mujer (Emma Thompson) con la que recorrerá durante todo el día la ciudad. Aunque las conexiones con Antes del amanecer y Antes del atardecer sean inevitables, equipararlas con Tu última oportunidad sería una falta de respecto hacia la obra de Richard Linklater. Aquel díptico pivoteaba en los largos y perfectos soliloquios de Julie Delpy y Ethan Hawke para construir una profunda reflexión sobre el amor, la juventud, la madurez y las obligaciones enmarcado en las maravillosas Viena y Paris; Hopkins, en cambio, es incapaz de sostener un diálogo certero y creíble entre sus protagonistas y debe apoyarse en las panorámicas londinenses y en la música incidental para sacudir el sopor de esos parlamentos. Pero lo más grave es que hay secuencias calcadas entre ambas que fuerzan la comparación “cuadro a cuadro” y “línea a línea”, cotejo que Tu última oportunidad pierde por varios cuerpos de ventaja. Así, mientras que en Antes del atardecer Delpy-Hawke comenzaban su reencuentro, tanto el uno con el otro como con ellos mismos, durante una larga y preciosa caminata  por la costanera del Senna francés, Hoffman- Thompson hacen un proceso similar pero en el Thames inglés. La escena, una oda al empalago chirriante y burda, remite a las surrealistas publicidades de las (que en paz descansen) AFJP que afloraron durante el jolgorio menemista.

Pero en medio de la oscuridad, Hoffman ilumina el camino. No solo actúa con el cuerpo sino que también le pone el alma a este hombre de sonrisa forzada que sufre, añora, extraña y se lamenta en silencio, incapaz de encontrar las palabras justas para conjugar la extraña sensación de ser un desconocido para su hija; de hombros caídos, síntoma del la fatigosa tarea de cargar una mochila repleta de años de soledad y frustraciones, y con ojos vaciados de amor y ternura. Un solitario a su pesar, acostumbrado a la derrota y al rechazo, un estoico que soporta de pie que ella prefiera a su padrastro para acompañara hasta el altar. Y vuelve a sonreír, acorazando su dolor.

Cuando el padrastro está a punto de dar un extenso discurso durante la fiesta posterior al enlace, Harvey pide la palabra y le agradece al marido de su esposa por la contención y el apoyo que le dio a su hija con un humilde pero sincero y sentido «gracias por haber estado allí». Es una gran escena donde los gestos y silencios transmiten mas que las palabras y es, por lejos, la mejor de Tu última oportunidad. Lamentablemente, es un triste espejismo de lo que pudo ser y no fue.

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